Los resultados del plebiscito muestran que medio país estaba marginado de lo que se decidía en las urnas. No el medio país de los que no votan, porque la abstención ha sido desde siempre una marca de nuestro ADN.
El medio país desdeñado era un país que ni el Gobierno ni los partidarios del Sí consideraron como parte de la nacionalidad. Lo miraron apenas como una gente que mentía, que infundía miedo, que vociferaba como los loquitos en las esquinas.
Es decir, lo midieron por sus métodos, por sus modales, por la catadura caricaturizable de sus líderes. Nadie se preguntó por su naturaleza íntima.
Hoy ya es identificable. Ese medio país, que a la postre resultó ganador, es nada menos que la porción emergente de la nueva clase social que desde hace...