La protesta social no es un asunto nuevo y, salvados algunos precedentes más remotos, se pueden ver manifestaciones suyas a mediados del siglo XIX con motivo de las inconformidades evidenciadas en Europa tras la revolución industrial. Lo mismo sucedió en nuestro país donde se expresa hacia los años cincuenta del mismo periodo y a lo largo del siglo XX; por supuesto, en el actual lapso se ha incrementado como lo evidencia lo ocurrido durante los últimos meses, jalonado por la crisis del llamado Estado de bienestar que ha llevado a un mercado fundamentalista en el marco de un neoliberalismo a ultranza, a partir del cual se edifican –en parte– la crisis social y el descontento.
En cualquier caso, ese derecho es connatural al Estado social y democrático...