La naturaleza acaba de hacernos un nuevo llamado –uno más a lo largo de los últimos años, que se suma a la nefasta pandemia del coronavirus cuya sola mención hace temblar al planeta entero– y ante lo cual los seres humanos, siempre incrédulos y arrogantes, hacemos oídos sordos porque solo nos preocupa acumular más riquezas y no guardamos en nuestros corazones un hálito de generosidad para con los demás y con la tierra misma hoy pisoteada.
Estamos embrujados con las prédicas narcisistas de los pensadores...