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Francisco J. Saldarriaga
Columnista

Francisco J. Saldarriaga

Publicado

¡Qué asco y qué dolor!

Gobernante corrupto se está convirtiendo en un pleonasmo paradigmático, que con el tiempo se reducirá a una palabra que fungirá como sinónimo. De hecho, con el paso del tiempo se entenderá que aspirar a un cargo público identifica a un individuo sin escrúpulos para el manejo de los dineros del erario, o, que para favorecer sus intereses, recurrirá a todo tipo de actos sin importar la transparencia de los mismos.

En mi generación hemos vivido esa violencia política que al final del día demostró que todo se reducía a una lucha por el poder de los puestos en el Estado; se pusieron de acuerdo para la repartija y se acabó la matazón entre liberales y conservadores.

Esa corrupción creciente tuvo varios clímax; entre ellos recordamos: el fraude electoral...

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