El País de Madrid puede ser el periódico más importante en español. Pero no por esa calificación debe creerse que sean exactos sus instrumentos de medición de las sacudidas de la tierra, ni que deba arrogarse la facultad propia de un sismólogo de dictaminar que en Medellín haya ocurrido un terremoto político por causa de los desaciertos del Alcalde y la reacción de buena parte de la ciudadanía en el manejo de EPM. Al gran diario peninsular le han fallado el sismógrafo y el presunto especialista en sismología, con el titular exagerado de un texto informativo que publicó hace tres días.
El Alcalde Quintero es bien intencionado. Sabe mucho de nuevas tecnologías. Sin embargo, su tendencia autocrática la ha expresado mediante decisiones de funcionario arrogante y bisoño. No encaja en el modelo tradicional del político. Las relaciones con los partidos de viejo estilo le resultan muy secundarias. Tiene una trayectoria pluripartidista. Es más afín a las características del millenial, sobre todo por su fama de nativo digital. Tiene una cualidad, a pesar de todo: No es contumaz, no porfía en las equivocaciones y sabe rectificar, así se alargue la lista de los desatinos.
Pero esos rasgos y lo que ha venido pasando en ocho meses los asimila un tipo de medellinense resiliente, que pese al desconcierto y la rabia acaba esperando que el estado de cosas mejore y el protagonista principal se modere. Muchos coterráneos están impulsando una revocación del mandato. Tal vez no han medido las presumibles consecuencias de la etapa de crispación que puede sobrevenir y la reaparición no sólo de líderes y ciudadanos honrados y capaces sino también de oportunistas, pescadores en río revuelto, paracaidistas de la pugna democrática y extremistas a la caza de la ocasión de revolcar la administración de la ciudad, provocar conflictos entre la dirigencia empresarial y la política y, en fin, destruir, destruir y destruir.
Lo publicado por El País no es inexacto en el texto informativo. Pero tiene marcado tinte sensacionalista en el titular. Como si la corresponsal en Colombia hubiera hecho bien su tarea, pero en Madrid se hubieran encargado de sesgarla. Eso ha sucedido en incontables ocasiones, cuando al autor original de un informe desde una región le alteran el sentido de su trabajo, en Bogotá o en otra sede principal en el exterior, con un titular discordante. ¡Ah historias y anécdotas que tendría para contar sobre el trato tendencioso que nos han dado desde un periodismo tremendista de la capital o de otras latitudes! Qué cuento de terremoto político en Medellín. Terremoto, el que podría ocurrir si se alborotan los codiciosos e insaciables asaltantes del poder cuando se les regale la oportunidad de aprovechar la ofuscación actual .