Por Simón Pérez Londoño
Nuestro mundo actual, como lo advirtió el ahora fallecido Zigmunt Bauman, se caracteriza por una obsesión por el facilismo y la celeridad. Ya lo había dicho Estanislao Zuleta hace casi tres décadas: proliferan los seres humanos que hacen todo por liberarse de la angustia producida por la duda, la diferencia y el hecho de pensar por sí mismos. Por lo anterior es que los extremismos y las verdades absolutas tienen tantos seguidores, pues es una de esas rutas aparentemente más fáciles y rápidas para eliminar ese desasosiego propio de ser humanos.
La ilusión de un mundo feliz, a través del consumo y el mercado, se desvanece día a día de forma alucinante y se refleja en una desesperanza creciente. Por eso no es extraño que aún...