Antioquia ha sido en la historia de Colombia el departamento donde se han realizado grandes obras para el país: las mayores centrales hidroeléctricas y sus empresas de interconexión nacional nacieron en Antioquia. La mayoría, entre las más importantes industrias colombianas, son antioqueñas y aquí han nacido primordiales obras sociales que perduran en beneficio de la clase obrera, como el subsidio familiar a través de las Cajas de Compensación Familiar, el Seguro Social se desarrolló en Antioquia y el mejor servicio de transporte colectivo lo tiene Medellín. Aquí nacieron la Andi y la Federación Nacional de Cafeteros. Contamos con la empresa de servicios públicos más eficiente de Colombia. Todo esto se ha forjado en la región para beneficio del país con poca ayuda del Gobierno central y gran participación del sector empresarial, que siempre ha trabajado con el público, independientemente del partido o grupo político al que pertenezca el mandatario.
Debemos reconocer también que existen en Medellín, como en Bogotá, Cali y Barranquilla, altos índices de pobreza y desigualdades. Pero aun así, Medellín es la ciudad que cuenta con mejores servicios públicos en los barrios populares y la mayoría de sus vías están pavimentadas. Sin embargo, esa pobreza e inequidad se convierten en carne de cañón para los profetas del populismo.
Desafortunadamente, por problemas de división de los diferentes grupos políticos de Antioquia, se nos filtró un alcalde para Medellín de quien, pensábamos iba a trabajar conjuntamente por los intereses de la ciudad, como lo hicieron sus antecesores, pero parece que viene orquestado por algunos políticos desde Bogotá para desfigurar todo lo que se ha realizado, mediante mentiras y acusaciones malintencionadas, ofreciendo, además, como distractor, obras suntuosas, fruto de su imaginación, como convertir el aeroparque Olaya Herrera en un Central Park, eliminando el privilegio de conservar el aeropuerto alterno, para que los que vayan a viajar lo hagan desde municipios fuera del Valle de Aburrá o desde el de Rionegro, una vez haya construido la segunda pista, según lo manifiesta.
Pero lo más grave, además de la supresión de contratos con empresas antioqueñas para dársela a dedo a compañías de otras regiones, es la demanda que instauró contra los contratistas de Hidroituango, que se une a las medidas de la Contraloría que ordenan el embargo de sus cuentas. Ya empezó con Integral, una de las empresas emblemáticas de Antioquia y de Colombia.
¿Será que el señor contralor no sabe los perjuicios que le causa al país al retrasar la obra, la tragedia que puede ocasionar si el vertedero se colapsa? Posiblemente en este proyecto –que constituye una de las más importantes centrales hidroeléctricas en construcción en el mundo actual–, por su complejidad, se hayan cometido errores. Pero nadie puede asegurar hechos dolosos, ni en su adjudicación, ni en su construcción. Sin embargo, pueden investigar para determinar las posibles irregularidades. Pero por favor, espere, señor contralor, su terminación