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Por David Ernesto Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com
El nombre del economista y político argentino Javier Milei empieza a sonar en los medios de comunicación latinoamericanos como el particular caso de ascenso de un showman de derecha. Y para evitar explicaciones y contextos, que tanto escasean hoy en nuestro periodismo, se dice que Milei es el Trump o el Bolsonaro del sur. Pero va más allá. Es un tipo que promete ir contra “la casta política” y que a punta de horas y horas como panelista en programas de opinión se labró un reconocimiento que lo llevó al Congreso.
Milei se autodefine como un libertario radical. Un paleolibertario. Un anarcocapitalista. Es un tipo de extrema derecha que descree de la existencia del Estado e insiste en que el mercado lo debe regular todo incluida la salud y la educación. Todo debe tener un precio. Cualquier cosa se puede vender o comprar. Da igual si es un producto de la canasta básica, un arma de fuego o una parte del cuerpo. En una hipotética presidencia suya el de órganos pasaría a “ser un mercado más”. Alguna vez lanzó incluso la idea de que se pudieran vender niños, no sin después recular y decir que lo planteaba como una “discusión filosófica”.
Su gritería lo llevó en 2021 a lograr un puesto en la Cámara de Diputados de Argentina y desde entonces, mes tras mes, rifa su sueldo, como una muestra demagógica de su diferencia con el resto de legisladores. Sin embargo, de trabajo poco. El año y medio como diputado se ha diluido en altanerías e insultos contra sus opositores mientras se ausenta de las votaciones más importantes.
A pocos meses de que en su país inicie la carrera presidencial, y ante el desbarajuste de candidatos tanto en el gobierno peronista como en la oposición macrista, Milei se encuentra en un cómodo tercer lugar, y resulta una amenaza creíble para pasar a una segunda vuelta. Su propuesta de dolarizar la caótica economía argentina ha obtenido centralidad en la discusión nacional, aún cuando todo analista serio anota su imposibilidad fáctica. Entre las otras propuestas que suelta desordenadamente, sin soporte, están las de eliminar el Banco Central y borrar de tajo los ministerios de Salud y de Educación. Para él toda mano estatal es un desperdicio de dinero y el dinero lo es todo.
Es el candidato del ruido. En épocas de cansancio de los votantes con el sistema y con los partidos, el ruido se impone a la reflexión y personajes como el libertario suben escalones de popularidad con descalificaciones hacia todos aquellos que no piensen como él.
En los meses por venir el nombre de Milei se escuchará cada vez con mayor frecuencia y en nuestro país saldrán aquellos que lo aplauden. Los mismos que ven con admiración a Nayib Bukele o que se calzan con orgullo las gorras de Donald Trump. No es difícil saber quiénes son. Muchos de ellos incluso descreen de la democracia.