Una investigación británica anunció esta semana que Alexander V. Litvinenko, un oficial de seguridad ruso desertor, quien murió en un hospital de Londres por envenenamiento con polonio en el 2006, “probablemente” fue asesinado por orden del presidente Vladimir V. Putin. Eso no es gran sorpresa. Por más de ocho años el mundo ha sospechado que el Kremlin estaba detrás del asesinato. (Con igual certeza Putin ha negado su involucramiento. Su vocero Dmitri Peskov denunció la investigación como una “cuasi-investigación” y una expresión del “elegante sentido del humor británico”).
En los años desde la dramática muerte de Litvinenko por causa de veneno radioactivo, el gobierno de Rusia ha cometido una serie de actos descarados: ciberataques contra Estonia...