Esta época electoral es un momento muy sensible para identificar dinámicas de corrupción, desde la contratación que a dedo paga favores, hasta la participación indebida en política de los funcionarios públicos. En el centro: la ambición política, esa profunda necesidad de algunos personajes de aferrarse ellos mismos o llevar a los suyos al poder.
Ahora, aunque algunos puedan decir que esto es mínimo ante otros riesgos electorales, como el acceso de una fuerza política o ideológica contraria al poder, la corrupción es el mayor reto social de nuestro país. La corrupción distorsiona nuestra economía y nuestra política, atravesándola de injusticia, permitiendo que los que no lo merecen lleguen a gobernar o acumulen una fortuna, desvía la inversión...