Por Carlos Andrés Roldán S.
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Uno de los retos más difíciles que nos está dejando el paso de la pandemia en las sociedades liberales y democráticas, es la recuperación de varias de las libertades individuales que se han visto suspendidas por razones completamente justificables. Vivimos momentos muy difíciles de controlar y bien han merecido la suspensión o regulación temporal de uno de los mayores logros de la modernidad política y cultural: las libertades individuales.
El perseguido propósito ilustrado de la “mayoría de edad” que el filósofo Immanuel Kant nos presenta en ¿Qué es la ilustración?, libro cuya lectura debería ser requisito al entregar la cédula junto con la Constitución política, consiste principalmente en obtener la autonomía en la toma de decisiones y en la aceptación de responsabilidades. En este principio de autonomía se basa también la posibilidad de que un individuo sea culpado por las consecuencias de sus actos libres. Pero la autonomía, como mayoría de edad, supone unas capacidades tanto ciudadanas como éticas.
Las capacidades ciudadanas están expresadas, en su mayoría, en la forma de derechos fundamentales en las cartas constitucionales de los países. Otro tanto está de forma negativa en lo que los individuos pueden hacer, sin que esté escrito en la ley como derecho o como delito. En otras palabras, las capacidades ciudadanas son esencialmente libertades individuales. Hoy, estas libertades están siendo restringidas y las consecuencias ciudadanas no se harán esperar. Las restricciones por causa de la pandemia han creado una cierta “incapacidad” para comportarnos como “mayores de edad” capaces de decidir, de disfrutar de las libertades y de tomar decisiones respecto a su conveniencia.
El riesgo está en acostumbrarnos a ser menores de edad y que el Estado o los gobernantes nos digan cuándo, cómo, dónde y hasta qué horas podemos ser libres. Restricción de la movilidad, prohibición de un gran número de actividades de entretenimiento y cultura, el “toque de queda”, el discurso político del “yo te cuido” y otras medidas, nos han infantilizado. Debemos recuperar la capacidad de decidir responsablemente basados en el conocimiento de las consecuencias. El filósofo Kant en el mismo libro hizo esta invitación en la que se basan también la autonomía y la libertad: sapere aude (atrévete a saber). Acá hay un gran reto para las universidades y para la educación en general: formar ya y urgentemente para la libertad.