Aumentar la desigualdad, generar desesperanza y acrecentar la indignación social. Eso es lo que busca la propuesta de empresarios de reducir el salario mínimo al 80 % de lo que se paga hoy. Como si con eso se pudiera vivir al menos con decencia.
Dicen que es temporal, como lo fue el 4 x 1000 impuesto hace dos décadas, pero el asunto tiene más fondo. Afirma el empresariado agremiado, que por lo general es el de mayores recursos, que con eso se generará un millón de empleos.
Entonces se pregunta uno si la idea es bajar la cifra de desempleo a como dé o generar puestos de calidad.
Con el salario reducido, argumentan, el costo laboral sería menor y eso crearía demanda de mano de obra. No dicen que los últimos gobiernos les concedieron billones en exenciones tributarias y nunca crearon más empleo como era la idea. Su bolsillo engrosó, no está mal, es su dinero, pero ¿acumular y acumular mientras millones aguantan hambre? ¿Dónde está su compromiso social? ¿Cuál es su idea de sociedad? (Ya el exsenador y exdetenido Uribe propuso que los traten muy bien en una próxima reforma tributaria).
En la crisis por Covid-19 quienes más perdieron empleo fueron aquellos con menor nivel educativo y las personas con más años en el mundo laboral (El COLOMBIANO del martes). Esos serían grandes damnificados con la propuesta: despedirlos sería negocio para contratar pagando menos.
No es cierto que el salario mínimo sea costoso como tratan de meternos en la cabeza. El reconocido economista Eduardo Sarmiento afirmaba el domingo en El Espectador que es un error común atribuir el desempleo y la producción al salario. “La represión salarial deteriora la distribución del ingreso y no afecta mayormente el crecimiento”, opinó.
Y de eso se trata este nuevo recorte, uno más en la larga lista de reducciones de salarios y prestaciones que ha sufrido el pueblo colombiano desde comienzos de siglo: es represión salarial.
Con toda la indignación y el descontento actuales, increíble que sigan aumentando la presión social con esta iniciativa. A ella se suma la intención de Minhacienda de subir el IVA, impuesto regresivo que reduciría muchísimo el precario salario mínimo, sea como está o del 80 %. Mejor ni imaginar.
Siempre van en contra de quienes menos tienen y les piden que acepten su suerte. (Recordemos la horrorosa campaña reciente #pormiempresa para que trabajadores alabaran a sus empleadores, ¿por qué no una al revés: #pormitrabajador?)
Maullido: Medellín es un gran taco, se perdió el año en movilidad.