Tres veces encontramos en el Evangelio de Juan (20, 19-31) el saludo gozoso de Cristo resucitado a sus discípulos: “la paz esté con ustedes”. También nosotros somos invitados, desde la fe pascual, a acoger la paz que nos da Cristo resucitado. Una paz que solo será posible en la medida en que cada cual desarme su corazón, para que todos nos reconciliemos y nos dispongamos a construir una sociedad en la que podamos convivir sin miedos ni sobresaltos.
En su encuentro con el apóstol Tomás, la referencia a las señales dejadas por los clavos en sus manos y pies, y por la lanza en su costado, significa que se trata del mismo Jesús que había muerto en la cruz, pero cuya presencia resucitada solo es captable por la fe. Y la frase de Jesús a Tomás –“Dichosos...