La violencia es la cara oculta del instinto de supervivencia. La otra, la inteligencia, requiere tesón y esfuerzo y no está al alcance de cualquiera. Los hombres han tenido que recurrir a la fuerza desde tiempos ancestrales para prevalecer sobre el resto de especies y sobre sí mismos.
Desde la edad de las cavernas hasta hoy, cualquier periodo de escasez ha sido motivo suficiente para desatar revoluciones sangrientas o guerras encarnizadas y cualquiera de abundancia, utilizado para preparar la siguiente batalla. «Si vis pacen parabellum», («Si quieres la paz, prepárate para la guerra»), decía Julio César.
Hoy vivimos tiempos de paz, pero la violencia sigue latente. Agazapada en un rincón a la espera de una mecha que prenda su locura. Se manifiesta...