El arte nombra y señala lo que tantas veces el sistema prefiere ignorar, de ahí su valor y muchas veces su valentía. Un 4 de junio de hace 100 años nació Alejandro Obregón y fue el 9 de abril de 1948 la fecha que hizo coincidir en Bogotá a Grau, Obregón y García Márquez, esta casualidad abre el registro plástico de la época más violenta del país, el 29 de abril de ese 1948 Obregón inauguró una exposición, gracias al historiador Álvaro Medina conocemos la relación del pintor con el bogotazo, ese día él fue testigo excepcional del linchamiento de Roa Sierra el asesino de Gaitán, “Masacre” era la pintura más importante de la exposición y sobre ella dijo Obregón “Lo exhibí una semana después de toda la joda ... fui al cementerio y me puse a dibujar cadáveres. Recuerdo un hermoso rostro de mujer con los sesos volados, la boca entreabierta, un gran diente de oro en la mitad de la boca, intacto el rostro y la tapa del cráneo en el carajo ... yo estaba muy cerca, dibujándola, detalle por detalle, y de pronto una mano que me toca y me dice: ‘usted está profanando a mi hija’, era la madre ... yo me fui”. Grau por su parte pintaría El tranvía en llamas y García Márquez relataría esa fecha en su autobiografía Vivir para contarla, pero quien con más vehemencia señalaría lo que aquí sucedió fue Débora Arango, que a través de lo que escuchaba en la radio fue pintando desde la provincia lo que sucedía en el país.
Por fortuna, el arte sigue señalando, nombra y cumple una función ética, que como dice la profesora francesa Marie Estripeaut - Bourjac en su libro Hagamos las paces “sabe abrir, entre tanto sufrimiento, un camino a la compasión y a la esperanza”. En medio de esta crisis, él que es uno de los sectores de más alto riesgo por su precariedad y la fragilidad de su esquema de financiamiento ha servido de apoyo y faro, al arte se ha exigido quizás más que a muchos un acompañamiento más allá de su capacidad como elemento educador y civilizador. Los miles de espacios culturales del país están ahí, inmóviles, algunos como los museos buscando los recursos que la implementación de la bioseguridad exige para poder reabrir.
Esta crisis produce señales dolorosas que el arte amplifica, el trapo rojo, manifestación visible de la carencia de recursos en algunos barrios marginales se convirtió en el símbolo que la Fundación Ferrocarril de Antioquia usó para visibilizar la carencia de dinero en las entidades culturales. Cada domingo, en una iniciativa que hoy se hace de manera espontánea en muchas ciudades del mundo, el colectivo local La nueva banda de la terraza, proyecta sobre muros y edificios de Medellín mensajes que impiden que esta y otras tragedias se olviden e invisibilicen en un ejercicio de pura empatía.
En su poema Y aún así me levantaré, la poetisa, cantante, escritora y activista Maya Angelou escribió “Puedes dispararme con tus palabras, / puedes herirme con tus ojos, / puedes matarme con tu odio, / y aún así, /como el aire, /me levanto”. Y como el arte, señalo y nombro, agrego yo.