El entorno laboral hoy es exigente. Quizás todos los tiempos lo han sido a su manera, pero hoy quiero revisar un atributo que, en particular genera bastante valor en tiempos de cambios: la disrupción, y derivadas de ella, la creatividad y la innovación. Más allá de los resultados, debemos - como profesionales y líderes - hacernos esta reflexión. Es una bonita invitación, aunque pueda causarles miedos e incertidumbres a algunos. Ser profesionales disruptivos requiere de coraje, de un conocimiento profundo sobre lo que hacemos y de mucha pasión para que, además de hacer nuestro trabajo, seamos capaces de estudiarlo, de vivirlo, de desestructurarlo para resignificarlo.
Nuestros entornos, sistemas complejos, cambian de manera acelerada. Muchas veces, cuando tratamos de buscar en situaciones previas nos quedamos cortos, porque un mundo como el de hoy exige crear soluciones inéditas a nuevos y viejos problemas. ¿Por qué entonces la disrupción? Esta hace referencia a una ruptura, a un cambio radical, y quiero traerla a colación como un bello atributo porque, en mi modo de ver, es consecuente con los retos del hoy. Un liderazgo disruptivo plantea soluciones que cambian sistemas, que no se acomodan; tienen una visión del futuro y hacen conexiones inesperadas y no convencionales para crear nuevas oportunidades y hacer virar grandes barcos.
En su artículo, Del Liderazgo Disruptivo al Neuroliderazgo, una visión bajo el enfoque de la complejidad, los autores Keyla Callejones y Howard Padrón, comprenden el liderazgo disruptivo como aquel que causa rupturas a modelos anteriores, personas creativas, que innovan y que implementan ideas que cambian radicalmente los procesos. Plantean algunas referencias en las cuales enmarcan los atributos de estos seres: se conocen a sí mismos y tienen autoconfianza, son empáticos y pueden conectar movilizando a los demás, pueden navegar la incertidumbre y la improvisación, como consecuencia de la transparencia y la honestidad con la que actúan.
En lo personal, considero que la disrupción es refrescante, abre caminos y nos permite asociar nuevas herramientas y conexiones de diferentes disciplinas para los ámbitos que, muchas veces, hemos visto solo desde el mismo balcón. He podido ver el reflejo y los resultados valiosos que llegan cuando los equipos son movilizados por líderes que enmarcan estos atributos, sin restar valor a otros tipos de liderazgo, ya que al final, en la vida todo requiere de un sano complemento. Sin embargo, cuando reviso los grandes retos empresariales en los que se enmarca el mundo de hoy, el triple impacto, el actuar consciente, el cuidado de la naturaleza, la equidad, entre otros, creo que bien podemos conectar con más soluciones disruptivas, que no solamente resuelvan las necesidades del cliente, sino que resuelvan las necesidades de nuestra sociedad y su bienestar.
Existen muchas pistas que nos pueden ayudar en este camino hacia este liderazgo, algunas están en concentrarnos en un problema, prestarle la atención suficiente para comprenderlo, y ver con muchos ojos posibles soluciones. Como todo, es una práctica que podemos incorporar y aprender, y como dicen algunos grandes mentores, hay que dar ese salto de fe.