Por una desafortunada situación, tuve que recurrir a una silla de ruedas durante un paseo por varios países del viejo continente.
Conté con la gran solidaridad de mis compañeros de viaje que se turnaron para empujar mis casi 120 kilos por las calles de las milenarias ciudades que visitamos.
En ese arduo trasegar tuve que recurrir a la asistencia del personal de ayuda en los aeropuertos y quedé maravillado de la logística que gira alrededor de él.
Nunca me había percatado de ese servicio porque no lo había requerido y hoy, después de haber sido usuario, no puedo más que maravillarme de él.
Hombres y mujeres entrenados para empujar cuidadosa y diligentemente pasajeros que necesitan desplazarse en silla de ruedas.
Rutas especiales, alejadas de las enormes...