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Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com
Estación Medida, a la que llegan gentes de buen vivir y pensar, otras desmesuradas y sin conciencia de hasta donde llegan las cosas, las más yendo de un punto al otro como un cometa que orbita y pareciera enloquecer, que llega como el de Halley (ya calculado su paso) o se dispara y desaparece. Y en esto de lo geométrico, que para Baruj Spinoza es lo idóneo (la mejor propuesta), la que permite demostraciones y resultados, también abundan los que tuercen líneas, rompen campanas como las de Gauss o las de Simón Kuznets (que es una curva) para que así no se avance razonablemente o no se admitan desigualdades presentes (la brecha de Joseph Stiglitz) y los decrecimientos necesarios para que los problemas no crezcan y se rieguen por ahí como diablos en fiesta. Pero bueno, todo apunta a la desmesura y lo geométrico es más un asunto de cuadernos viejos (de esos cuadriculados), lo que ya indica que bordeamos el tohú y el bohu, palabras hebreas que unos han traducido como destrucción y asolamiento, y otros como caos y vacío. O como universos paralelos y nosotros parados en la línea de la mitad tambaleando como funambulistas.
Desde René Descartes (otros dicen que desde antes de Euclides), la geometría ha hecho parte de la filosofía, que es la mejor manera de aprender a vivir. Y para entender esto hay que saber medir, pesar y dar forma. O sea, buscar la corrección debida para identificar, definir, diferenciar, situar y relacionar una situación o un objeto. Los cartesianos, que darían origen al cálculo (otros dicen que fue Leibniz o Newton) van más allá de lo matemático, no evitando la medida sino situándola en términos de X (la realidad) y Y (lo que entendemos de la realidad), siendo la X algo horizontal (lo que está ahí y se extiende) y la Y una vertical que dice cuánto hemos entendido. Hasta aquí, la geometría como la manera más idónea de concebir algo.
La geometría es también la medida de la tierra, el establecimiento de espacios correctos, las perspectivas que permiten la profundidad y la isometría que deja ver las cosas por encima y al tiempo por sus lados evitando deformaciones. Es también la línea recta (la distancia más corta entre dos puntos) o la curva necesaria para hacer mediciones correctas. Si esto lo tuviéramos en cuenta, si la geometría se enseñara como la mejor manera de ser razonables, quizá evitaríamos el caos que estamos viviendo, que ya parece un amasijo de neuronas con las dendritas destrozadas o momificadas y nos muestra con un entendimiento parecido a un plato de tallarines que se riega sobre la mesa.
Acotación: la crisis del saber y entender también hace parte del mundo (o distopía) en el que estamos. Y todo porque violamos y burlamos lo básico que nos hace humanos. La geometría, por ejemplo.