Estación Imperio Romano, en su peor momento, que podría llamarse también Cambalache, como el tango de Enrique Santos Discépolo o conclusión, en materia social, de un proceso ajustado a la segunda ley de la termodinámica que dice que todo lo que tiene límites tiende a destruirse con el tiempo a menos que se le dé un mantenimiento debido que retarde esta destrucción o permita reemplazar por piezas nuevas las partes que se corrompen, lo que ya no pasa porque hay repuestos que no se consiguen y cualquier ensayo con alambres o tornillos lo que hace es agrandar el daño. Y en esta estación, habitada por todo tipo de delirantes que carcomen instituciones, su propio cuerpo y dañan lo correcto que se ha pensado, el mundo es una confusión permanente igual...