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José Guillermo Ángel
Columnista

José Guillermo Ángel

Publicado

Sobre las libertades

Estación Límites (ahora muy desbordados), a la que llegan los que buscan más espacio territorial y mental, los herejes que se oponen a los paradigmas y hacen otras propuestas, los que proponen que solo hay lo nuevo y ese es el camino, los que excluyen y hacen listas de los incluidos, los que mienten diciendo que uno dice lo que le da la gana, los ocurrentes que invaden con impertinencias, los que señalan a otros y se los inventan (ven al diablo por todas partes), los que se burlan sin que les importe la reacción del otro, los fanáticos que quieren meter a los demás en sus límites de creencias, los que se corrompen alegando que eso es iniciativa personal, los libertinos que van contra toda moral, los que viven el momento porque eso es lo que hay y se siente, los que se mueven por espacios privados olisqueando intimidades, los que dicen que lo límites son para romperlos, etc. Y como el ambiente de la estación es confuso, la libertad ya no es un concepto claro sino un caos.

La libertad, decía Friedrich Hegel, es mejorar lo que yo hago, pues si no mejoro, soy esclavo de lo que hago. Juan Jacobo Rousseau definía al ser libre como aquel que hace de su propiedad no lo que tiene sino lo que bien hace con ella. Otras definiciones dicen que la persona es libre cuando conoce y sabe más, y este conocimiento le permite entender lo que pasa y construir sin cometer errores. Así que la libertad es un constructo vital (algo que elaboramos para no sentir miedo) y con base en él avanzamos, no en tropel sino con pasos acertados, y no solos sino en grupo. Lo anterior implica que hay unos límites y dentro de ellos entendemos las partes y las acciones. Y si nos ilimitamos, ya no sabemos qué tenemos ni qué hay.

La libertad no se puede confundir con el libertinaje, propio de los esclavos libertos, que confundían la libertad con hacer lo que les daba la gana sin medir las consecuencias. No, somos libres cuando calculamos, hacemos de las normas buenas una manera de no equivocarnos y creamos espacios en los que todo es entendible porque hay claridad, análisis profundo y acciones para el bienestar común. La libertad nos hace libres en sus límites, es decir, en el entendimiento. Como decía Spinoza, la libertad nos hace racionales y en la razón no somos perversos ni odiamos, es decir, no nos dañamos como personas. Pero muchos no entienden esto y mejor se esclavizan de sus pasiones tristes.

Acotación: somos libres de pensar y de opinar siempre y cuando los pensamientos estén en orden y las opiniones construyan., así sea y se opongan a otras. Y en estos límites (lo racional por encima de lo emocional) nos hacemos humanos inteligentes y en libertad creciente

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