Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com
Estación Dos Pasos (no confundir con John Dos Passos, aunque no estaría mal), a la que llegan los que saben que los tiempos cambian y hay que ajustarse a otras condiciones, seguidos de prospectivistas (o prospectiveros) que se arriesgan más por lo que creen que por lo que miden, acompañados de tiradores de cartas, lectores de horóscopos y hermeneutas que siguen buscando datos en lo que Nostradamus dejó escrito, quizá porque presumía algo o solo se quería burlar de los Medici. Y la fila crece con lectores de redes (gente muy dispersa esta) y los que miran para ver quién da los pasos, los que apuestan que más allá no hay nada y que las cosas no tienen fecha sino espacio, como bien decía Confucio, que creía más en mutaciones que en imprevistos (por eso escribió el I-Ching). Y al final de la cola, como siempre pasa, los que llegan tarde y dan explicaciones que nadie pide, como que ya subieron los pasajes del transporte público, que la carne tiene algo y acelera el ácido úrico o que ojalá la taquilla siga abierta para cuando lleguen, sin saber si van a dar el paso o se irán atrás. Muchos de los últimos son bailarines y lo del paso depende de la pareja.
El caso es que hay que seguir andando, suceda lo que suceda, que no será nada nuevo sino repetición de lo que Alfred Sauvy (en su libro La economía del diablo, paro e inflación) ya había dicho que pasaría y pasó en la década de los 80. Economías flojas, faltas de creatividad, mercados expoliadores, guerras sin sentido, creencias en lo que tiene las bases carcomidas, gobiernos corruptos etc. Y se puede tomar un antes de Sauvy, leyendo la Trilogía USA de John Dos Passos (Paralelo 42, 1919 y El gran dinero), para estar mejor enterados de este siglo en que vivimos, que es una repetición del anterior, en el que se vivió de todo, pero parece que ante la codicia la memoria es nula.
Que la economía dará un salto (al menos el corto de dos pasos), ya se nota: subas permanentes, abandono de consumos, aparición de emprendedores rompiendo esquemas, cambios en las maneras de empleo, el dólar en peligro de no ser divisa fuerte etc. Y de acuerdo con la economía, también cambia la política, que ya no es de derecha o izquierda sino de quién tiene recursos para ofrecer y negociarlos. En este punto las ideologías se convierten en conveniencias y bueno, por eso botaron a Guaidó, por no tener qué ofrecer.
Acotación: cuando la economía cambia porque todo el sistema tiembla, la política la sigue. Y así, buscando intercambios con el que sea (que es lo que hacen Biden y Europa por debajo), el asunto ya no es quién es qué sino qué tiene. Ya está pasando.