Estación Infiernitos, siendo el infierno un lugar que ya está parcelado, pues cada uno lleva el propio y con él carga, come y duerme (esto cuando puede dormir) y, por extensión, se convierte en un infiernillo: esa hornilla donde se asa lo que se puede, funciona con alcohol o mal aceite y casi siempre lo asado queda mal y con un cierto olor difícil de quitar de encima. Y en el infierno o el infiernillo, los diablos abundan y ya no son solo los atrapados en los libros de demonología medievales (entre ellos los de la Comedia de Dante) sino otros diversos. Algunos diablos son extensiones de los primitivos y otros configuran verdaderas innovaciones, pues en cuestión de diablos e infiernos, como en la tecnología informática y los discursos de marketing...