Deslizarse por el caos y la anarquía, como viene ocurriendo, es peligrosísimo y pone en riesgo no solo la estabilidad del Gobierno sino, aún más grave, la del sistema democrático.
Si antes la prioridad estaba en superar los desafíos de la pandemia en materia de salud pública y en crear tantos empleos como fuese posible para disminuir la pobreza, hoy no hay nada más importante y fundamental que recuperar la seguridad y el orden. Entre otras razones porque, como se está viviendo en estos días, los costos económicos de la violencia, el delito y las vías de hecho son gigantescos y porque la incertidumbre frena la inversión que necesitamos para recuperar la senda del crecimiento.
Varios elementos son claves. Uno, recuperar la inteligencia tan rápido...