En Cuaresma entramos a un tiempo de reflexión-oración, para convertirnos y vivir el Evangelio, como amor a Dios y a los demás. “Misericordiosos como el Padre”.
El ser humano se reconoce expuesto a las tentaciones. Esto le permite crecer o caer. Jesús, participando de esta condición humana, vivió también la experiencia de la tentación. Nos enseñó a superarla mediante la obediencia a Dios su Padre; nos insistió en la oración del “Padre Nuestro” a pedir a Dios, que no nos deje “caer” en la tentación o poder del mal.
Vivimos tiempos nuevos, con cambios en la concepción del ser y la condición humana. Las tentaciones hoy, no se reducen a lo moral o ideológicamente religioso como algo malo en lo que no se puede caer porque es pecado. El hombre de hoy,...