Cuesta bastante imaginarse cómo le habrá explicado Nicolás Maduro al gobierno chino las medidas de “ortodoxia” económica que su gobierno está pretendiendo poner en marcha en Venezuela para salir del marasmo en que la Revolución Bolivariana sumergió al país. China había alertado al gobierno hace unos meses que Caracas no podía esperar mucho de la relación de cooperación bilateral si no se manifestaba una seria voluntad de cambiar el ritmo de deterioro del país.
Pero el caso es que el séquito presidencial abandonó tierras asiáticas asegurando que China sí se hará cargo de sacarle a Venezuela las castañas del fuego y que están dispuestos sus socios a meterle el hombro al gobierno hasta el codo, con nuevos empréstitos que serán útiles para instrumentar...