Ante todo es apremiante cuidar la concordia. Esta palabra proviene de ‘corazón’ y significa conservar el tono de bombeo sanguíneo en flujo parecido al del vecino. Los vecinos somos quienes moramos en la misma sociedad, país, mundo, planeta. Detengámonos aquí, pues añadir al universo parecería desmesura.
No es metáfora hablar de ‘semejantes’ para aludir al conjunto de los vecinos. Los humanos estamos atravesados por una misma chispa llamada vida. Eso nos asemeja y nos inviste de idéntica dignidad, es decir, valía. Detengámonos aquí, pues añadir al resto de los seres vivos, como lo grita Coetzee, desbordaría los caracteres de una columna de prensa.
El problema es que somos campeones en hacer trizas la concordia. Por tanto en malquistar unos corazones...