Santa Teresita (1873-1897) escribió tres manuscritos que juntos constituyen la “Historia de un alma”, uno de los libros más importantes de la literatura universal por la transparencia, la sencillez, la ternura, la inteligencia y la naturalidad en presentar hasta las zonas más recónditas de su alma.
Por ser una autobiografía, la Historia de un alma tiene la fuerza, el encanto, la convicción y el contagio de la experiencia. Quien quiera realizar un viaje a su interioridad léalo y, sin presupuesto alguno, déjese poseer por cada palabra, cada frase y cada párrafo. Su lectura iluminará lo que más de una vez entrevió en sueños.
Leo ensimismado: “Esta afición a la lectura duró hasta mi entrada en el Carmelo. Me sería imposible decir el número de libros que pasaron por mis manos; pero nunca permitió Dios que leyera ni uno sólo que pudiera hacerme daño”. Interioridad asombrosamente limpia de los quince años.
Su instinto de lo divino es conmovedor. “Al leer ciertos relatos caballerescos, no siempre percibía en un primer momento la realidad de la vida; pero pronto Dios me daba a entender que la verdadera gloria es la que ha de durar para siempre y que para alcanzarla no es necesario hacer obras deslumbrantes, sino esconderse y practicar la virtud de manera que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”. Lectura que produce una envidia tan limpia como transparente.
La delicia de conocer los pliegues recónditos de esta niña de quince años. “Al leer los relatos de las hazañas patrióticas de las heroínas francesas, y en especial las de JUANA DE ARCO, me venían grandes deseos de imitarlas”. La solicitud en cultivarse determina su atrevimiento de ternura, alegría y luminosidad.
Hacer del silencio y la soledad un campo de batalla es ocurrencia singular de Teresita. “Me parecía sentir en mi interior el mismo ardor que las había animado a ellas y la misma inspiración celestial”. Lleva al lector de asombro en asombro por el camino de su intimidad.
Desde los tres años Teresita pensaba que había nacido, no para brillar en el mundo, sino para “¡llegar a ser una gran santa...!”. Estaba segura de que su deseo no era temerario, porque se apoyaba, no en sus méritos, sino “en Aquel que es la Virtud y la Santidad mismas”.
Con gozo inenarrable, sentía que su Amigo la cubría con sus méritos infinitos para ser santa. Vivió disponiéndose para recibir el regalo de la santidad.
La Historia de un Alma es el testimonio del heroísmo a que puede llegar un buen lector.