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Julián Posada
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Julián Posada

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Por JULIÁN POSADA

primiziasuper@hotmail.com

Afuera reina la desazón. Volver al Teatro Metropolitano después de casi dos años emociona, asistir al estreno de Gabotero, una propuesta escénica del Ballet Metropolitano de Medellín compuesta por dos coreografías e inspirada en las obras de Gabo y Botero, es una demostración del poder transformador de la cultura en todas sus formas y de la resiliencia de un sector que crea a pesar de administraciones y políticas públicas que parecen despreciarlo. La colombo belga Anabelle López Ochoa ha creado una coreografía que se desarrolla en el estudio del maestro Botero, allí sus obsesiones cobran vida y la sensualidad y exuberancia formal del artista adquieren visos surrealistas. En el espacio danzan curas, toreros, Pedrito, la paz y la muerte, bajo una enorme fruta/forma/testigo vigilante; resulta memorable el tango que interpretan desnudos Adán y Eva, metáfora de esta cultura que peca y reza sin cesar para lograr empatar. Juan Pablo Acosta, coreógrafo puertorriqueño, ha creado una pieza minimalista en la que el amor de Gabo y Mercedes es frecuentado por las musas y símbolos del escritor. La música de ambas obras es de Juan Pablo Acosta y el vestuario, de Diana Echandía. Este proyecto es, sin duda, una sinergia de cuerpos y voces diversas que resisten, y es para muchos la posibilidad de trabajar en lo que los salva y hace felices. Ahí está el arte, para emocionar y hacernos soñar con que un mundo distinto es posible.

Lido Pimienta (1986) nació en Barranquilla, estudió allá en colegio católico y fue señalada de hippie y rara por tener el pelo “cucú” y ser descendiente de arhuacos y afros; como le sucede a miles, este país la hizo inmigrante desde los doce años. Pimienta tiene tres hijos y se declara queer. Hace apenas un mes estrenó la segunda composición que haya hecho una mujer en la historia para la Orquesta del Ballet de Nueva York, su pieza para voz y arpa tiene, según los que la han escuchado, “alma de bullerengue, vallenato y dembow, pero sin acordeón y sin caja”. Sky to hold es el nombre de la obra con coreografía de Andrea Miller y vestuario de Estebán Cortázar. Como si se tratase de una poderosa metáfora su apellido, Pimienta le mostró senderos y le sirvió para intercambiar culturas y para fusionar otras a la suya. Nominaciones al Grammy anglo y latino, más la selección de su último álbum como uno de los 50 mejores de 2020, hacen de la artista una figura que seguir. Ella hoy vive en Canadá y su reconocimiento lo ha construido lejos de aquí. Desde su posición habla fuerte y duro y representa a los muchos que desde el centro se resisten a callar. Cuestionar, para eso también es útil el arte.

Veo el periódico y me alegra saber que Karol G, una de las cantantes urbanas más populares, hará dos conciertos en el Atanasio Girardot con boletería agotada. En la entrevista declara: “hay tanta gente con talento y quieren parecerse a otros. La diferencia es lo que te hace valioso”. Mientras afuera impera el caos, pienso de nuevo en que para entender o interpretar tantos mundos diversos también está el arte 

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