Cuando fue nombrado Francisco Barbosa Delgado como fiscal general –quien, como persona merece todo el respeto y la consideración– era claro que carecía de las calidades legales y constitucionales para detentar el cargo, ante su incompetencia en materias jurídico-penales y por su amistad íntima con el Presidente. Y eso se acaba de verificar con el viaje de placer a San Andrés durante las festividades religiosas de San Pedro y de San Pablo, acompañado del contralor y la comitiva familiar y oficial...