Los publicanos o recaudadores públicos de los impuestos del imperio romano solían enriquecerse con las tajadas que sacaban a costa de los contribuyentes. Por eso eran rechazados como pecadores, especialmente por los fariseos, que se consideraban superiores a los demás. En contraposición a esta mentalidad farisaica, la actitud de Jesús hacia el publicano Zaqueo no es de rechazo, sino de invitación a un encuentro transformador con Él. (Lucas 19, 1-10).
Jesús dirige amablemente su mirada a Zaqueo para proponerle que lo invite a su casa; también a nosotros el Señor nos mira y nos propone que le abramos un espacio en nuestra vida. La conversión de Zaqueo se manifiesta en su disposición a reparar el mal que ha hecho; también de nosotros espera el Señor...