Por HERNÁN SALAZAR HURTADO
Cada día que pasa la confianza y credibilidad de la Corte Suprema de Justicia se deteriora más. Luchas intestinas que no le aportan nada a la unidad nacional, rencillas políticas, egos y la polarización que reinan en nuestro país se trasladaron a un estadio más pequeño, la Corte Suprema. Vaya uno a saber qué otra discordia aportan a la división nacional para ser incapaces de nombrar Fiscal General de la Nación, reemplazar a sus colegas y modificar su reglamento interno, enviando el mensaje de que la maquinaria política se entronizó en el sagrado recinto. Por lo acontecido, todo indica que el reglamento para elegir el fiscal, el presidente de la corporación y colegas se agotó. Es menester rediseñarlo para que haya control social sobre sus actuaciones eliminando el voto secreto, sean las dos terceras partes y no una mayoría absoluta la necesaria para tomar decisiones. Honorables magistrados, los colombianos confiamos en que en la sala plena del próximo 30 de enero la Corte esté por encima de intereses personales o de otra índole, pues la ciudadanía está esperando sus sentencias –así sean controvertibles– y no mezquindades que mucho mal le hacen a la institucionalidad.