P.D. Mario Franco
Habiendo celebrado la “Pascua”, podemos decir: la Experiencia del Resucitado todavía está a flor de piel. Por sus efectos y resultados es algo maravillosamente reciente.
Viniendo del mundo de Tomás, muchos podrían decir: “Si no meto mis manos en su costado... no creo”. Efectivamente, vivimos en un mundo donde aceptar la fe no como un conjunto doctrinal, sino como una experiencia bienaventurada, una nueva creación; fruto del soplo del Espíritu del Resucitado,... de la Gracia. No es posible; porque aceptamos un mundo que olvidó la virtud necesaria para recibir el don de la Fe. Un mundo sin confianza. Nuestra vida resultó montada sobre “la desconfianza”, “el temor” y “el miedo”.
Nuestras propuestas económicas, sociales, políticas y culturales, no son “confiables”. No hemos pensado un mundo para abrirnos, “confiar” en el otro. Nos ha tocado construir un mundo, “con los otros” porque los necesitamos, los utilizamos; pero no porque confiamos o los amamos. Les damos participación en la vida, teórica y socialmente, cuando demuestran decir la verdad; que no se equivocan y no engañan o pueden engañar.
Construimos un mundo, en el que nos relacionamos con los otros, cuando “Certificamos y Acreditamos” su comportamiento con demasiadas normas y estándares que “aprueban” para poder vivir en una sana convivencia.
Un mundo donde las relaciones, la administración y el poder son objeto de valor y, sobre todo, financiero. Un mundo extraño, que solo puedo aceptar cuando adquiera los “prudentes” seguros, que me permitan vivir o “sobre-vivir” y a esto llamamos: excelente convivencia humana. La realidad es otra, ya que no sabemos vivir simplemente confiando en los demás; solo podemos vivir “asegurándonos de los y contra los demás”.
Construimos un mundo, en el que absolutamente todo debe estar y proceder de una “aseguradora”; “una póliza de seguros” y “cumpli-miento”, de tal modo que garanticemos que nada ni nadie nos puede defraudar. La pregunta detrás de todo esto es: ¿Para qué queremos un mundo así? ¿Un mundo sin confianza, o mejor: de la desconfianza?
Por supuesto, en un mundo así, la manifestación y experiencia de la Gracia del Resucitado, está ausente; un mundo “Gratuito y Gratificante”, siempre será inviable o imposible. Un mundo nuevo donde la reconciliación: don “Gratuito”, Paz del resucitado, no representa ningún valor (costo) para hoy; termina siendo un mundo no deseable o confiable, aunque se me demuestre su bondad.
Desde nuestra incapacidad para la confianza, el mundo nuevo, fruto de la “entrega de la vida” -no individual- sino comunitaria (todo lo ponían en común); el mundo reconciliado en la paz, fruto del don de sí mismo -Resucitado- solo es un mundo posible, para el que “confiando” pueda recibirlo y experimentarlo, como el don de la fe, que solo produce el Resucitado. Mundo nuevo, fruto de la resurrección de Jesús, que esperamos todos los seres humanos, y en la fe, experimentamos, los cristianos celebrando las fiestas de Pascua.