Las discusiones en torno de la caída del puente de Chirajara han pendido de asuntos técnicos. Que si error de diseño, que inestabilidad del terreno, que tal vez los materiales eran de plastilina, que los dioses así lo calcularon.
Las imágenes fueron de película: en segundos se deshizo el orgullo de la ingeniería. En el fondo del abismo se retuercen todavía los cables acerados, se quebrantan las planchas, vuelan los pájaros de la imaginación.
Aparte de las obvias condolencias del primer momento, nadie ha vuelto a pensar en las vidas que se desmoronaron. Los familiares de los nueve obreros idos han de masticar su pena en un silencio hondo.
Si Cortázar supo ver que “un puente es un hombre cruzando un puente”, ¿cómo definir lo que es ese puente arruinado?...