Ofende que se entienda por progreso abrir una carretera por una selva virgen, uno de los últimos hotspots de biodiversidad del planeta (Díaz-Gast-Harders), para construir un puerto en el golfo de Tribugá, región prístina de habitantes que viven de la pesca artesanal sostenible, el cuidado de los recursos naturales y el turismo, entre otras actividades.
Tribugá pertenece al municipio de Nuquí (Pacífico chocoano) y es un Distrito Regional de Manejo Integrado, tierras que son propiedad colectiva de las comunidades afrodescendientes residentes allí hace más de 200 años.
¿Qué beneficio puede traer un puerto? Sería el comienzo del fin para una zona rica en vida marina y terrestre en algo más de 60 000 hectáreas, más otro tanto del Parque Nacional Natural Utría, también en el golfo. Más de 114 000 se afectarían.
Así, se perderían la llegada de ballenas jorobadas, motor de la economía turística local, que van hasta Utría y al sur de Tribugá a criar sus ballenatos, como también la anidación de cuatro especies de tortugas marinas que desovan en unas 50 playas del golfo y atraen visitantes.
Sufrirían centenares de especies de peces y otros animales marinos y terrestres, de los delfines al puma y el tigrillo, perezosos y armadillos. Varios en peligro o amenazados.
Se dañarían los manglares, de los cuales existen 1 600 hectáreas en la ensenada de Tribugá y alrededores con alturas de 25 y más metros, albergues de vida que alimenta a lugareños y visitantes. Y caerían árboles de singular valor, bien conservados en la selva intacta.
(Para profundizar en esta riqueza biótica se requerirían muchas páginas).
Todo esto destruiría un puerto, azuzado por intereses a cientos de kilómetros que han convencido al gobernador del departamento para pedir la declaratoria de obra de interés público, que no lo es.
Este pedido levantó la voz de miles de expertos y ciudadanos que en redes sociales y mediante comunicados rechazaron la pretensión, movida en otras ocasiones por empresarios antioqueños (que solo miran al Chocó para aprovecharse de sus recursos, como con el oro, la madera y los cultivos de palma levantados a punta de abrir selva).
Un puerto en tal paraíso no genera riqueza. Mentiras. Empobrece a sus gentes y sería el inicio de una masacre ambiental casi sin precedentes. Imperdonable.
Progreso es conservar esa selva, esas playas, esa riqueza de vida marina, terrestre y humana para beneficio y disfrute de miles de chocoanos y millones de colombianos.
Maullido: con el gran lío de Hidroituango más de un mentiroso va saliendo a flote.