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Un recuerdo de Navidad

Muchos se preguntan: ¿Cómo han logrado mantener la unión de una familia tan grande? ¿Cómo logran conectar, encajar con tantas personas, tantos hermanos, cuñados, cuñadas, sobrinos, sobrinas, nietos y bisnietos? Sencillo: respeto y amor.

23 de diciembre de 2023
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Por Natalia Zuluaga Rivera - nataliaprocentro@gmail.com

Supongo que detesto la idea de verte crecer. ¿Seguiremos siendo amigos cuando te hagas mayor?” Le dice la anciana Sook Fault a Buddy en Un recuerdo de Navidad de Truman Capote. Cuando tenía 13 años leí en unas vacaciones este cuento, narrado en primera persona por un niño que vive con su prima anciana, la más tierna y adorable protagonista. Lo he leído ya en varias navidades y su final es triste, como suelen gustarme las historias. Está lleno de descripciones encantadoras: puedo ver la nieve en medio de los paisajes de noviembre, los olores dulces de los pasteles de frutas que cocinaban para regalar a sus amigos. Dejaré entonces a Capote para contarles de algunos recuerdos de navidad.

No creo ser la única que al pensar en su infancia navideña se llene de nostalgia y se le encharquen los ojos. Cuando era niña pasé mis navidades en el barrio Simón Bolívar, rodeada de amigos corriendo por las calles, prendiendo velitas en el murito del antejardín, al mismo tiempo que repartíamos buñuelos y arequipe por doquier a vecinos y familiares.

En mi familia de 10 hermanos y 2 San Bernardos podía faltar cualquier cosa en navidad (incluso “traídos del niño Dios”), pero jamás el pernil de cerdo para noche buena; su llegada era todo un acontecimiento. La celebración del 24 empezaba 3 días antes cuando empezábamos a pinchar con tenedores en el garaje este gigante jamón, que inyectábamos con cerveza y hojas de laurel para hacer más jugoso este plato que por tradición cenamos hace más de 40 años en la familia Zuluaga Rivera.

Desde siempre, la navidad ha sido mi mejor época del año. Y es que estar en familia, compartir espacios y momentos con las personas que uno ama es, finalmente, de las cosas que más me hacen feliz. Muchos se preguntan: ¿Cómo han logrado mantener la unión de una familia tan grande? ¿Cómo logran conectar, encajar con tantas personas, tantos hermanos, cuñados, cuñadas, sobrinos, sobrinas, nietos y bisnietos? Sencillo: respeto y amor. Las bases que nos dieron mis padres Antonio y Piedad han sido tan fuertes que en esta familia nunca se ha visto que algún hermano le deje de hablar al otro, como tristemente pasa en otras familias. El respeto y el amor hacen parte fundamental de esta familia y la fe en Dios ha sido, sin duda, el pilar de conservación para que este hogar se mantenga unido.

Conozco muchas familias numerosas y unidas, pero es que esta familia sí es sui géneris, acá somos ¡amorosos e intensos! Y, a pesar de las diferencias, en esta casa aprendimos a aceptarnos y a querernos tal cual somos.

De qué nos sirve estar frente al árbol el 24 de diciembre si no le hablo a mi hermano hace más de 10 años, de qué me sirve estar en una reunión navideña si no soy capaz de abrazar a mi hermana. De qué me sirve celebrar una navidad si tengo tristeza, miedo y rencor. ¿Por qué en vez de dar regalos mejor escribo esa carta sencilla a quien espera una reconciliación o envío un mensaje, llamo por teléfono y ofrezco perdón a mi hermano a quien le perdí la pista hace años?

Este sería un verdadero regalo.

¡Feliz Navidad!

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