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Una audiencia en el Batallón

Me cuesta mucho aceptar que jóvenes sin vocación militar lleguen a estos espacios a ser educados bajo métodos violentos para hacerlos “inmunes” al peligro y al dolor.

14 de noviembre de 2023
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Por Natalia Zuluaga Rivera - nataliaprocentro@gmail.com

Son las 11:00 de la mañana. Entro al Batallón de Artillería Nº 4 del Bajes en Buenos Aires, comuna 9 de Medellín. Asumo la defensa de Sebastián, un soldado procesado por el delito del centinela: “El centinela que se duerma o se ponga bajos los efectos de sustancias estupefacientes incurrirá en prisión de 1 a 3 años”. Artículo 112 Código Penal Militar. Sebastián fue sorprendido consumiendo marihuana, mientras hacía el turno de centinela o vigilancia que iba desde las 21:00 horas a las 2:00 de la madrugada.

Mientras se desarrolla la audiencia de indagatoria, empiezo a escuchar unos gritos en los alrededores del Batallón, mi defendido, al ver mi cara de asombro, me señala que mire hacia la ventana del juzgado para que entienda lo que está pasando.

Observo a un joven con sudadera verde militar y camiseta blanca, un soldado parado inmóvil, de espaldas a un árbol, rodeado de tres compañeros que le gritan directamente en su cara y le alzan las manos con un ademán en tono amenazante, desafiante. No entendía bien lo que pasaba, solo veía cómo el soldado debía mantenerse de pie, con la cabeza en alto, ante la violencia psicológica de sus compañeros y superiores. Esta escena se repitió en varios grupos en una clase de aproximadamente 30 soldados.

Me explicó Sebastián que la fuerte escena que estaba viendo hacía parte del entrenamiento militar que tienen los soldados profesionales para ponerlos a prueba en situaciones de alta tensión y peligro, tratando llevar la mente al límite, que funciona como una provocación. Lo único claro para mi, era que estos jóvenes soldados estaban siendo adoctrinados en la violencia y el odio.

Siempre he pensado que una educación que no esté basada en el respeto y el amor no puede ser sana bajo ningún punto de vista. Me cuesta mucho aceptar que jóvenes sin vocación militar lleguen a estos espacios a ser educados bajo métodos violentos para hacerlos “inmunes” al peligro y al dolor. Cuando entrevisto a estos soldados, muchos de ellos me confiesan que no están ahí por una verdadera vocación militar, muchos de ellos ven en el Ejército una salida rápida al desempleo, una oportunidad de llevar ingresos a su hogar. Jóvenes que, en algunos casos, terminan con problemas de depresión aguda, disociación y otros trastornos de ansiedad y adicciones a sustancias psicoactivas.

Cabe recordar que por disposición constitucional, en Colombia el servicio militar es obligatorio para todos los varones mayores de edad; y el 99% de los jóvenes que prestan su servicio son estratos 1, 2 y 3. Hoy me ilusiona el proyecto de acto legislativo presentado por el representante Daniel Carvalho y el senador Humberto de la Calle, que inicia trámite en esta legislatura y busca desmilitarizar la juventud, profesionalizar las fuerzas militares y eliminar gradualmente el servicio militar obligatorio en tiempos de normalidad. La idea es que la seguridad nacional, esté en manos de soldados que quieran servirle a la patria portando las armas por una verdadera vocación militar y no por obligación. Este proyecto propone una forma diferente de servirle a la patria que espero sea aprobada.

PD: ¿Cuándo llegará el día en que sea obligatorio para el Estado colombiano reclutar y educar a nuestros hijos para la paz? ¿Por qué tenemos que seguir reclutándolos para la guerra?

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