El gobierno de Perú, anfitrión de la próxima Cumbre de las Américas a celebrarse en abril, anunció que Nicolás Maduro no será bienvenido en la cita y no podrá asistir “ni por aire, ni por mar, ni por tierra”. Que las fronteras peruanas están cerradas para su comitiva, considerada inconstitucional y antidemocrática. El venezolano, feliz con discusiones inocuas que desvíen el foco de la catástrofe social y económica de su país, replicó con sorna su deseo de entrar a la fuerza a la reunión. “Me van a ver”, amenazó. “Llueva, truene o relampaguee”.
La verdad es que esta Cumbre, dispuesta cada tres años como un encuentro diplomático y comercial de los presidentes de América, sirve para poco y se le recuerda más como un foco de pequeños escándalos o...