Por Milton Andrés Ríos Bran *
milton.rios@udea.edu.co
Este ha sido un año triste, vacío. Justo hoy leía en “Breve historia de la medicina”, de Pedro Gargantilla, que hace ya doscientos años (1819) el médico francés René Laënec publicaba sus hallazgos auscultatorios obtenidos a partir de un cono de papel (y posteriormente de madera) sobre el pecho de una paciente a la cual no podía examinar por su juventud y su feminidad. Mi primer pensamiento fue que ni siquiera los médicos “celebramos” un acontecimiento tan importante, que si bien ya se volvió parte del paisaje, realmente es un símbolo de la medicina moderna, ya que cambió drásticamente el abordaje a nuestros pacientes.
Lastimosamente en medio de la pandemia, el Dr. José Julián Buelvas, médico internista e intensivista de la Clínica Adela de Char en Soledad, Atlántico, recibe una amenaza contra su vida por su presunta participación en la muerte de una paciente enferma por coronavirus. Le dan 24 horas para renunciar y salir de la ciudad. Eso no se aleja del imaginario popular plasmado en una columna pasada donde palabras más, palabras menos, nos tildaban a los médicos colombianos de ser una especie de “cazarrecompensas” de la muerte... Me niego a creer.
La historia de la medicina no ha sido fácil, pero siempre ha sido dirigida al bien colectivo, a la mejora de las condiciones de vida. Repasando desde las concepciones religiosas, mágicas, hasta las bases científicas actuales concluyo que la medicina nunca ha sido un instrumento del mal, la medicina siempre ha estado y estará al servicio de la humanidad, siempre contribuirá, a pesar de todas la adversidades, al bienestar individual y colectivo. Siempre estaremos dispuestos a ayudar, y por eso quiero que este, además de ser un homenaje a Laënec, Hipócrates, Herófilo, Avicena, Ramazzini o Fleming, lo sea también a Buelvas, Hoyos, Jaramillo, Cardona o Ríos.
Que este homenaje de 201 años de algo tan básico en la actualidad como el fonendoscopio se extienda a todos mis colegas, a todos los que defienden la vida, a todos los que estamos para servir y si usted, personal no médico lee esto, lo invito a que no se predisponga, confíe. Le aseguro que ningún médico, ningún integrante de la salud, estudió para hacerle daño, para lastimarlo. Solo somos sus servidores, sus amigos y que si en algunas ocasiones no le ganamos la batalla a la muerte no es por negligencia, es porque la muerte es nuestra eterna y oscura compañera que tarde o temprano nos alcanzará a todos
* Médico especialista en salud ocupacional..