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Por Juan Carlos Manrique - jcmanriq@gmail.com
Muchos países entendieron oportunamente que la educación es una de las principales herramientas para nivelar la cancha. En Colombia entendimos exactamente lo contrario. Convertimos la educación en una herramienta para exacerbar las desigualdades e inclinar la cancha a favor de unos pocos. El resultado final: todos perdimos. Tenemos una informalidad cercana al 60%. Exportamos petróleo y aguacates e importamos celulares. Es decir, exportamos materias primas e importamos conocimiento e innovación.
El gobierno acaba de presentar el proyecto de reforma a la educación. En líneas generales, estoy de acuerdo con la propuesta del Gobierno. Creo que la reforma en su espíritu es totalmente válida. Fortalecer la educación pública.
Por eso, no estoy de acuerdo con varios de los comentarios realizados por algunos rectores de universidades privadas. Primero, proponen que debe existir financiación para todo el sistema. No. Los recursos del Estado deben estar focalizados para ofrecer una educación pública de altísima calidad. Lo que deben lograr las universidades privadas, es que el sistema financiero sustituya al Icetex, en su labor de cuasi banco de la educación. Si los bancos privados de verdad creen en la sostenibilidad, que se vea. Segundo, afirman que la reforma pretende acabar con las universidades privadas y con el modelo mixto. No. La reforma lo que pretende es que la educación pública sea competitiva.
Dicho lo anterior, sí creo que la reforma es una reforma para otra época. Hubiera tenido sentido hace 30 años. Hoy no. Hoy se queda absolutamente corta en fortalecer la educación pública, porque parte de hipótesis que ya no son válidas. Cada vez hay menos jóvenes y más adultos mayores. Los jóvenes ya no quieren adquirir conocimientos bajo las metodologías tradicionales. La presencialidad en Colombia ha perdido en los últimos años cerca de 50,000 estudiantes y la virtualidad ha ganado cerca de 70,000 estudiantes. Al sector de la educación, le llegó un Uber muy grande con modelos disruptivos como Coursera, Platzi, Nomad, Udemy, Udacity, Khanmigo, Edx, por nombrar algunos. Por eso, no tiene sentido, pensar la educación posmedia sin inteligencia artificial, sin conectividad integral, sin desarrollo de competencias bajo un modelo lego. Las universidades públicas y privadas son cada vez más irrelevantes. Todas están dentro de la tormenta perfecta. El mundo se abrió para competir por servicios de conocimiento. El mundo está hablando, más que de un derecho a la educación, de un derecho al conocimiento. No es un juego de palabras.
Es un juego nuevo. El de la exportación e importación de servicios de conocimiento. En el cual, el modelo mixto, es fundamental. Donde el Ministerio de Educación es obsoleto. Donde el Estado no debe seguir incidiendo en la oferta educativa y debe respetar, de verdad, la autonomía universitaria. Donde el rol de los docentes está cambiando exponencialmente. Donde el juego de los incentivos cruzados es determinante para evitar la deserción de los estudiantes.
Sin magnificar el rol de la educación, la conversión más importante que debemos abordar en Colombia es sobre el acceso democrático al conocimiento. Entonces, con una mirada global, conversemos y saquemos adelante una reforma educativa para este siglo.