Permanecer indefinidamente errado puede tener, entre muchas, cuatro explicaciones: 1) Una idiotez que impide comprenderlo y dimensionar el costo que has pagado. 2) Una variante de la anterior, que reconoce el error, pero continua en él por creer ingenuamente que las cosas cambiarán mágicamente algún día, la situación no es tan nociva como dicen, y por el contrario tiene muchos beneficios subvalorados. 3) Estar vinculado, sin parecerlo, con la causa del mal, ser su cómplice y obtener beneficios por ello, aunque los demás sean quienes asumen los efectos adversos. 4) Te lo mereces por ser un pendejo serial.
Siempre he considerado que de lo más subdesarrollado que tiene el Estado colombiano, y no es de ahora, es su política exterior, no solo por algunas concepciones que la guían sino por parte de las instituciones que la soportan y los designados para conducirla. Me refiero a numerosos cancilleres y a una parte del servicio diplomático, exceptuando a muchos de los valiosos funcionarios de carrera, estudiosos e inteligentes que terminan tristemente resignados a servirle a ineptos que llegan a los puestos de mando, no a prestar servicios, sino por servicios prestados.
Una manifestación de esta torpeza es la inmoral permanencia de relaciones diplomáticas con la dictadura castrista que tiene sus manos bañadas de sangre de soldados y niños campesinos colombianos, pues es y ha sido durante décadas el nido de las alimañas y narcoterroristas que ha patrocinado, entrenado y aliviado para que torturen, maten y trafiquen. El gobierno cubano es la guarida a donde los peores criminales del país, unos vestidos de guerrilleros y otros de Premio Nobel, acuden cuando están en apuros o necesitan un cómplice para algún negocio turbio, pero altamente rentable.
Si llevamos décadas en el error, ¿cuál de las 4 razones lo explican? ¿O serán todas? El gobierno anterior, “camarada” de estrato alto que no representó los intereses del país sino los de sus enemigos, no pudo ni quiso ocultar su pertenencia a la tercera alternativa.
Siempre que se menciona la necesidad de romper relaciones con quien solo te hace daño, salen los representantes de la segunda opción a decir que el costo de una ruptura con Cuba sería “altísimo” y que es mejor seguir tolerando al “amistoso” parásito venenoso, mientras corre la sangre de otros. Pero los que no pueden seguir invisibles y empoderados son los camaradas de la opción 3, que cuando están enfermos o prófugos, viajan a la isla prisión y vuelven, legal o ilegalmente, sanos y recargados.
A la actual cancillería la coherencia le alcanzó solamente para romper con la satrapía castromadurista, pero no con la nave madre de la dictadura comunista en Cuba, convirtiéndose en un representante de la segunda opción y espero no de la cuarta. Como dice Morgan Housel: “Las cosas insostenibles pueden mantenerse durante mucho tiempo, debido a los incentivos y al poder de la narración de historias que convierte las tonterías en acciones influyentes” .