Es muy probable que el 2015 sea el año de Venezuela, y lo sea para mal. Al desastre administrativo que significa Nicolás Maduro y su engranaje burocrático se le suma ahora el desplome de los precios del petróleo que se sentirá con mayor fuerza en las primeras semanas de enero. La combinación de ambos dolores de cabeza es una pesadilla social que terminará desastrosamente mal.
Suena apocalíptico pero es cierto. Lo signos del deterioro del chavismo se han hecho evidentes con la criminalización de la oposición, el exacerbado delirio de persecución y el nulo reconocimiento de los graves problemas que aquejan al Estado. La culpa siempre recae en alguien más y mientras el país se desmorona es más importante ampliar la brecha entre chavistas y oposición...