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Óscar Domínguez Giraldo
Columnista

Óscar Domínguez Giraldo

Publicado

Vidas para lelos: Vivian y Jairo

Por óscar domínguez

oscardominguezg@outlook.com

Filósofo y letrado de la UPB que lo becó durante toda la carrera, el escritor envigadeño Jairo Morales Henao, bachiller lasallista modelo 64, es el único que duerme con su correctora de estilo y de vida: Vivian Osorno Sánchez.

Se necesitan y extrañan sin atosigarse. Si usted mira a uno de ellos, los ve a los dos.

Se enferman y alivian de lo mismo al mismo tiempo. Y como el varón domado que se deja apellidar Morales es agrio, de sonrisa avara, ella ríe y se dobla en amabilidad por los dos.

Vivian practica la religión del bajo perfil. Suelta la lengua “con cierto ritmo y en cierta proporción”. Lectora insomne, en el último año se engulló todo Proust, la Ilíada y la Odisea, Fausto, la Divina Comedia, Baudelaire.

Se gozaron la reciente Fiesta del libro y de la cultura en la que la Biblioteca Piloto exaltó al tallerista por su vida, obra y milagros, incluida la quijotada por los 25 años de la revista “Escritos desde la sala” que heredó del fundador Jairo Osorio Gómez y de José Gabriel Baena.

Su Sancho Panza en el proceso editorial de la revista fue Esteban Duperly quien sostiene que Vivian es la única persona que le puede poner el cascabel a su gato de dos pies.

Merenguero, pastelero, bizcochero, pandequesero, en síntesis, mecatero feliz que tiene jíbaro propio de buñuelos, Morales es el editor de la revista –antes Boletín- pero fue ella quien descubrió que dos fotos estaban fuera de lugar y que las leyendas tampoco correspondían. Y vuele a la litografía a enmendar el entuerto.

Hubo lleno hasta las banderas en el Salón Aura López del Jardín Botánico, donde la directora de BPP, Shirley Zuluaga y amiguitos, le alebrestaron el ego “por ser vos quien sois” y porque, además, conduce el taller de escritores que heredó de cacaos literarios como Alejandro González, Juan Luis Mejía, Mejía Vallejo.

El marido de Aquella, como llama a la dama del ajedrez de sus días, también echó cháchara a raíz de la reedición que hizo Eafit de La Cisterna, de Rocío Vélez de Piedrahita. Se regodea como crítico de libros.

Salvo Alfredo Tamayo, el hijo de don Suso y doña Lola, sus demás compañeros de pupitre de La Salle le fallamos. Nos madrió.

En sus ocios reproduce partidas de ajedrez y como padece esa enfermedad llamada nostalgia que les da por igual a ricos y pobres, suele evocar su “Envigado profundo”, incluidos partidos de fútbol en la manga de Los Tísicos, tertulias en la tienda del viejo Alejandro, milongas en el Alma del Tango.

Alegra saber que hay seres que realizan su viaje a Itaca juntos como el punto y coma, el punto sobre la i, el punto debajo de la jota, los dos puntos, la diéresis, los puntos suspensivos... Esta pareja es punto aparte.

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