“Inefables tribunales solo dos, de irrevocables sentencias sin cotos de apelación. Para verdades el tiempo, y para justicias Dios”. Del tomo segundo de las “Poesías” de José Zorrilla.
La naturaleza del delincuente profesional y con décadas de ejercicio no es algo accesorio que se quita o se pone, viene con él y no se borra como un tatuaje, su maldad viene de debajo de la dermis y los que insisten en negarlo o maquillarlo, lo hacen por ingenuidad y/o complicidad.
¿Cuánto advertimos que el narco-acuerdo de impunidad extorsiva con el cartel narcoterrorista no era de paz sino de apaciguamiento? Pero los aliados de semejante inmundicia decidieron matonear a quienes criticamos esa manguala y nos calificaron de “guerreristas” y luego de “polarizadores”. Pero como dice Zorrilla: “para verdades el tiempo”.
¿Ahora que la realidad es contundente qué van a decir? No reconocerán su error porque su ego es más grande que la galaxia, pero si tienen algo de dignidad, al menos deberían callar.
¿Ahora qué van a decir quienes aseguraban que el comisionado Sergio Jaramillo era un superdotado y de tan alto nivel intelectual que nosotros, pobres ignorantes, no podíamos entenderlo? ¿Qué dirán los think tanks progresistas y despistados de Washington que aseguraban que este era el mayor logro de la paz en décadas? ¿Qué disculpas sacarán los multimillonarios contratistas de la impunipaz y las ONG patrocinadas por Soros? ¿Qué van a decir los académicos enmermelados con contratos que disfrazaron a delincuentes de actores políticos y demonizaron a quienes no quisieron ser cómplices? ¿Qué va a decir la anterior cúpula militar que cambió el casco por rodilleras y le siguió el juego al presidente Nobel, negando la realidad y cambiando la doctrina militar como si el país fuera a ser otro después de la farsa del Teatro Colón? ¿Qué van a decir los julitos, leyvas, mariasjimenas, delacalles, roys, benedettis, antanas, ernestos, macmasters, vargas, el tal-Iván, “verdes” y “amarillos”, el editor para Colombia de The Economist y de El País de España, etc.? ¿Seguirán algunos monseñores y empresarios asustándonos con que tenemos que seguir de alcahuetes para que no se dañe una paz que nunca existió?
Conociéndolos, dirán lo mismo que dijeron los bandidos de las Farc: que ellos nunca fueron victimarios sino víctimas, y que ahora vuelven a hacerlo porque fue el Gobierno quien incumplió, en cambio ellos devolvieron “todas” sus enormes fortunas, repusieron a las víctimas, dejaron el narcotráfico y devolvieron “todas” las armas.
Espero que el Gobierno actual no confunda la prudencia con la indolencia, recuerde quién lo eligió y no entregue los billones de pesos, emisoras y las curules adicionales que regalaron los cómplices de Santos, quienes poniendo en peligro el futuro de los colombianos, incrustaron en la Constitución y la Rama Judicial ese engendro diseñado en La Habana. Es el momento para sacar ese tumor maligno de la Constitución.
Los guerreristas siempre fueron, son y serán otros, no quienes no se arrodillaron ante ellos.