Que las Farc no hayan cumplido con la entrega de los niños que tienen en su poder no sorprende, al fin y al cabo, no son más que una banda de criminales de la peor laya. Una partida de mentirosos que sin arrepentimiento por las atrocidades cometidas, ahora se pavonean desafiantes gozando de todas las prerrogativas que arbitrariamente les concedieron, mientras hacen tiempo para rebuscar, con el concurso del gobierno, la manera de minimizar culpas y evadir responsabilidades.
Porque los narcoterroristas son conscientes de que el pecado más grave de su larga lista de monstruosidades es haber secuestrado niños para enrolarlos en sus filas. De allí que no toleren siquiera que se les mencione el tema. Saben lo que les espera por haber arrancado esos...