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¿Y si escuchamos a los científicos antes del huracán?

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Por Jill C. Trepanier

¿En los 15 años desde que el huracán Katrina azotó Nueva Orleans, la ciencia del clima y la ciencia del tiempo han logrado avances impresionantes en su capacidad para rastrear estas tormentas e identificar cómo el cambio climático influye en su formación y ferocidad.

Sin embargo, Estados Unidos todavía está lamentablemente desprevenido. Nuestras costas en muchos lugares están sobreconstruidas y carecen de defensas contra las marejadas ciclónicas y las inundaciones causadas por las fuertes lluvias. Y la respuesta en las horas y días posteriores a la llegada de estas tormentas suele ser lenta e inadecuada.

Podemos cambiar esto. Para hacerlo, los políticos deberían escuchar a los científicos que estudian estas tormentas y cómo protegerse contra el daño catastrófico que pueden infligir.

Desde Katrina, muchos científicos tienen una gran experiencia local y geográfica y entienden que los peligros de los huracanes varían según los paisajes, por lo que proteger adecuadamente un lugar no necesariamente protegerá a otro. Saben, por ejemplo, que el mayor riesgo para Nueva Orleans suele ser la marejada ciclónica, pero que más áreas rurales en el oeste de Luisiana enfrentan más peligro de vientos extremos porque sus pantanos son capaces de absorber algunas marejadas ciclónicas.

Saben cuáles puentes y autopistas son susceptibles a daños más serios y cuáles comunidades podrían ser aisladas y bloqueadas. Saben dónde los desechos industriales corren el riesgo de ser arrastrados a un vecindario o contaminar las aguas subterráneas.

En otras palabras, saben mucho. El problema es que esta experiencia no siempre alcanza a llegar a los oficiales elegidos y otros legisladores responsables de planear y responder a estas tormentas.

Una manera de cambiar sería desarrollar equipos de científicos y funcionarios locales específicos y localizados para la respuesta a tormentas y gestión de emergencias. Estos equipos serían supervisados por un gerente central que tiene una línea directa con los funcionarios electos. Asesorarían sobre cómo prepararse para los huracanes, cómo limitar los daños y cómo mantener a las personas a salvo si una de las muchas instalaciones petroquímicas de la región se ve afectada, por ejemplo, o si se corta la electricidad durante días o semanas.

Cuando los miembros de la comunidad saben más sobre cómo proteger a sus casas y negocios, y cómo reconstruir eficientemente, se vuelven más resistentes al desastre. Pero eso no es lo que está sucediendo.

A las pocas horas de la llegada del huracán Laura el mes pasado, por ejemplo, las noticias locales informaron de dos incendios en plantas químicas en Westlake, Luisiana. Los residentes locales recibieron instrucciones de “cerrar sus puertas y ventanas y apagar sus aires acondicionados”. Esta guianza fue inútil. Como era predecible, Laura dejó a muchos habitantes de Westlake sin techos, paredes o electricidad.

No se requiere ni se espera que los funcionarios electos tengan experiencia en mitigación de desastres. Pero se debe esperar que busquen y actúen de acuerdo con el asesoramiento de expertos. Para su crédito, los funcionarios y administradores de emergencias en Texas y Louisiana escucharon cuando el Centro Nacional de Huracanes les dijo que comenzaran a prepararse para evacuar las comunidades costeras a lo largo de la frontera entre Texas y Louisiana cuando dos huracanes se acercaban el mes pasado. Durante cuatro días, 1,5 millones de personas fueron evacuadas de la costa. Laura era una tormenta de categoría 4 con vientos sostenidos de más de 130 millas por hora y capaz de infligir “daños catastróficos”, según el Centro Nacional de Huracanes.

Escuchar a los científicos salvó vidas.

Imagínese si aplicamos ese tipo de experiencia y toma de decisiones políticas a los innumerables desafíos que conlleva vivir en una zona de huracanes: dónde construimos, cómo hacemos que lo que hemos construido sea resistente y cómo preparamos a los residentes para tormentas cada vez más fuertes. Basar la política en la mejor ciencia disponible será aún más crítico a medida que cambie el clima.

Podemos ver, y los científicos confirman, que los efectos del cambio climático son severos y están sucediendo. Tenemos que planear para ellos. Los científicos y las comunidades tienen soluciones. Tienen que sentirse fortalecidos por nuestros líderes para ayudarles a hacer los cambios que necesitamos con desespero

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