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¿Caerá más el peso o el dólar?

La incógnita es si el peso podrá resistir unas presiones que no se han reflejado en la tasa de cambio. El riesgo país de Colombia se ha disparado en lo corrido del año, impulsado por el deterioro fiscal.

hace 9 horas
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  • ¿Caerá más el peso o el dólar?

En 1973, Misael Pastrana Borrero era presidente de Colombia y Richard Nixon de Estados Unidos. Aún vivían figuras como Mao Zedong, Charles Chaplin, Juan Domingo Perón y Pablo Picasso, y el mundo seguía pendiente de la Guerra de Vietnam, entonces en pleno curso. No existían Microsoft, Apple, Google ni Facebook, y apenas unas pocas de las empresas que hoy figuran entre las más valiosas habían sido fundadas: estábamos lejos de un planeta interconectado por internet, de los teléfonos celulares y de muchas otras comodidades que hoy damos por sentadas.

Tuvimos que esperar hasta este 2025 para que el dólar —la divisa que durante décadas ha sostenido el sistema económico global— registrara un desempeño peor que el ya lejano 1973: en el primer semestre de este 2025, el U.S. Dollar Index, un indicador que mide la fortaleza del dólar frente a una canasta ponderada de las principales monedas del mundo, cayó cerca de 11%.

Estamos hablando del peor arranque para el dólar con respecto a las demás monedas del mundo en los últimos 52 años. Y el de ahora puede resultar más anómalo si recordamos que aquel 1973, cuando la moneda se depreció alrededor de 15%, estuvo marcado por una inestabilidad que los historiadores vinculan con la década de peor desempeño de la economía estadounidense en el siglo XX. Por un lado, fue el año del fin de Bretton Woods —el sistema monetario que prometía garantizar la estabilidad cambiaría y evitar devaluaciones— y el inicio del mercado de divisas moderno. Por el otro, coincidió con el primer shock petrolero tras la guerra de Yom Kipur y el embargo de la OPEP a Estados Unidos, factores que dispararon los precios del crudo y sumieron al país en un episodio de estanflación: recesión acompañada de inflación alta y persistente.

Sin embargo, en este 2025, detrás del tropiezo del dólar no hay una crisis sistémica ni la conjura de potencias rivales, sino lo que cabe llamar un “autosaboteo” de Donald Trump contra el modelo económico y político que hasta hoy ha sostenido la primacía de la divisa: la imposición de aranceles como táctica de presión política —discrecional y volátil—, el giro hacia un proteccionismo recalentado y la tolerancia a déficits fiscales que añadirán billones de dólares a la deuda federal están erosionando los pilares históricos de la hegemonía del dólar: la defensa del libre comercio y la confianza institucional que Estados Unidos proyectaba entre sus aliados.

Ese vacío relativo lo están llenando, por ahora, las principales divisas de mercados desarrollados y buena parte de los emergentes: entre el primero de enero y el 30 de junio de 2025, el euro se apreció 12% frente al dólar, el peso mexicano 10%, el franco suizo 12%, la libra esterlina 5%, el real brasileño 11%, el yen japonés 8%, el sol peruano 6% y el dólar canadiense 5%. Para esa fecha el peso colombiano se había apreciado un 8%.

Con este contexto global —y no de manera aislada— debe evaluarse el buen desempeño del peso colombiano: tras cerrar 2024 por encima de los $4.400, la tasa de cambio ha rondado los $4.000 en las últimas semanas, una apreciación que va en línea con lo que sucede en el resto de divisas del mundo.

Sin embargo, el fortalecimiento del peso en 2025 tampoco es un fenómeno desconectado del pasado reciente. Conviene mirarlo en perspectiva desde 2022 para dimensionar los riesgos y la sostenibilidad de la tendencia en el corto plazo.

Si bien hoy el peso se aprecia en sintonía con las demás monedas latinoamericanas, lo hace partiendo de una base más elevada generada por la mayor percepción de riesgo país que llevó la tasa de cambio a rozar los $5.000 en los primeros meses del gobierno de Gustavo Petro. Basta recordar noviembre de 2022: en su punto más alto, cuando el Ejecutivo aún contaba con mayorías en el Congreso y acababa de aprobar —con amplio consenso— la reforma tributaria, lanzó mensajes que insinuaban controles al libre flujo de capitales, luego enmendados por el entonces ministro José Antonio Ocampo. En aquel lapso, el peso llegó a depreciarse cerca de 25% frente a los niveles de comienzos de 2022, mientras pares como el peso mexicano, el real brasileño y el sol peruano se apreciaron en el mismo periodo de tiempo.

Desde esos episodios nuestra moneda volvió a moverse al ritmo de la región, pero partiendo de un punto de desventaja: aun con la apreciación registrada en los primeros meses de 2025, el peso exhibe un rendimiento hasta 10% inferior al del peso mexicano o el sol peruano, y apenas similar al del real brasileño, que atravesó una severa crisis en el segundo semestre de 2024.

La incógnita, entonces, es si el peso podrá resistir unas presiones que, hasta ahora, no se han reflejado en la tasa de cambio. El riesgo país de Colombia —medido por los Credit Default Swaps a cinco años— se ha disparado en lo corrido del año, impulsado por el deterioro fiscal del país: la activación de la cláusula de escape de la regla y un déficit que se perfila como el peor de la historia reciente amenazan con espantar a los inversionistas e incidir en el precio del dólar. Algo de ello ya se percibe en los TES, que pagan las tasas reales más altas en décadas.

Así que, de aquí a que termine 2025, el tipo de cambio dependerá de qué fuerza jale con más vigor de la cuerda: ¿prevalecerá la tendencia bajista global del dólar o la presión sobre el peso colombiano derivada de la fragilidad de nuestras finanzas públicas?

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