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Cuando el exalcalde Daniel Quintero se gastaba la caja menor de la Alcaldía de Medellín en suculentos y costosos almuerzos y comidas en restaurantes en El Poblado, tal vez a su alrededor en ese mismo momento algún gringo abusaba de niños y niñas. Y Quintero, a pesar de ser el Alcalde de la ciudad, hacía poco o nada por frenar ese aberrante fenómeno. O si lo hacía, lamentablemente, no le dio resultados.
No de otra manera se explica la manera como creció la explotación sexual infantil en Medellín. No de otra manera se explica que un depravado como Stefan Andrés Correa, capturado esta semana en Miami, haya tenido la libertad de venir 45 veces de Estados Unidos a Medellín el año pasado para abusar de niñas de 10 y 12 años. ¡45 veces!
Si nos habíamos aterrado con lo ocurrido con Timothy Alan Livingston, el gringo de Ohio que se voló luego de abusar de dos niñas de 12 y 13 años en un hotel en El Poblado; lo de Stefan Correa, el gringo de origen ecuatoriano, es absolutamente abominable.
Los mensajes que los investigadores encontraron en su celular, mediante los cuales Stefan acordaba con una mujer traficante que le consiguiera las niñas, dan verdadero escalofrío mientras uno los lee. No solo le dice cómo debe ser la niña “de 10 a 11 años, flaquita, blanquita y bajita” sino que además le dice a su cómplice que la niña tiene que aguantar aunque le duela: “necesito que ella entienda que si llora voy a seguir adelante” y que si aguanta y lo trata bien ya no le da un iPhone 7 u 8, sino “un iPhone XS y tal vez sea un XS max”.
¡Qué profunda tristeza! ¡Qué dolor! ¿Dónde estará en este momento esa niña de 10 años o 12 años que lloraba y le decía a este monstruo de 42 años que ya no más? ¿Alguien la estará cuidando? Si alguna misión urgente tiene la alcaldía de Federico Gutiérrez, y el gobierno del presidente Gustavo Petro a través del ICBF, es encontrar a esas niñas a las que han violentado de esa manera y ofrecerles oportunidades que les permitan sobrellevar o superar esa tragedia que les tocó vivir. ¿Y dónde están las víctimas del otro sujeto, de Livingston? La tarea más importante en este momento sería encontrarlas y ayudarlas.
La situación de Medellín llegó a tal nivel de degradación que, como ya lo hemos dicho, el 22 de julio de 2022 la escritora Carolina Sanín lo definió como “Medellín, un burdel a cielo abierto” y le preguntó al entonces alcalde: “¿Qué está pasando, qué se está haciendo, @QuinteroCalle? Vengo cada año, y cada año es más impresionante la degradación. Qué tristeza”.
Quintero le respondió diciendo: “una niña, un niño un computador, media técnica en cada colegio, matrícula cero. Zonas rosas toque de queda menores desde 10PM, programas de protección sexual e información al turista sobre delitos sexuales. ¿Alguna idea más?”.
La historia se ha encargado de demostrar que sí se necesitaban más ideas y que el programa de computadores se convirtió en una fachada para el show mediático detrás de la cual no solo los colegios de la ciudad sino Medellín toda se caía a pedazos.
Daniel Quintero se hizo el de la vista gorda ante la presencia evidente de “cuatro estructuras criminales” que el alcalde Federico Gutiérrez ha denunciado desde su llegada a la Alcaldía. Nunca las denunció. Nunca trató de desvertebrarlas para evitar que siguieran traficando con las niñas por las que Stefan venía.
Hace un año, en mayo de 2023, Quintero salió al Parque Lleras para revisar el cierre que había ordenado. Algunos de los presentes en el parque comenzaron a abuchearlo. El jefe de seguridad de Quintero se acercó a una de las mujeres que gritaba contra el alcalde, la amenazó con ponerle una denuncia penal y la mandó custodiada a la estación de Policía.
Lástima que no hubiera mostrado tanta valentía frente a las bandas que en esa misma calle traficaban por esos días con niños y niñas.
La historia también se ha encargado de demostrar la falta de interés del entonces alcalde Quintero por los programas en favor de los niños. Cabe recordar los desastres del programa Buen Comienzo, que antes de Quintero era modelo en el país para atención de la primera infancia, y terminó en su mandato preso de la corrupción.
Todo el país recuerda también el caso de “Manolo”, acusado de abusar de por lo menos 43 niños en un hogar en el barrio Santa Cruz. Quintero no quiso perder la oportunidad de sacarle jugo al episodio y montó un show mediático explicando con detalles llenos de color la supuesta captura del pederasta. Muy pronto se descubrió que “Manolo” se había entregado por su voluntad en una estación de Policía en Santa Rosa de Osos.
Pero volviendo a El Poblado, el gasto más extravagante de Quintero en restaurantes con la caja menor de la Alcaldía fue el 30 de junio del año pasado: por 4.007.288 pesos en un restaurante en pleno corazón de ese sector, a pocos metros del Parque Lleras. Con tantas visitas del pederasta Correa, no sería extraño que por esos días estuviera también en la ciudad. Y de pronto hasta cerca de ese restaurante que se llama Canalla. .