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El antisemitismo: un monstruo dormido

Israel no parece dispuesto a detener esta guerra y muchos de los que hoy se manifiestan en contra parecen también olvidar los antivalores que representa Hamás, que es tan responsable de lo que está ocurriendo como Israel.

10 de mayo de 2024
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  • El antisemitismo: un monstruo dormido

Los campus universitarios de Estados Unidos, y ahora los europeos, están llevando al límite el sentimiento de indignación por lo que ocurre en Gaza. Y de pasada están despertando el monstruo del antisemitismo que ha marcado de una manera particular la historia de la humanidad y que siempre está agazapado y al acecho.

Las protestas, que incluyen campamentos, y toma de espacios universitarios, así como recorridos por distintas calles y avenidas, piden un cese al fuego, el ingreso de más ayuda humanitaria y el fin de la ocupación israelí en Gaza. Pero muchas de ellas han sembrado el caos y han generado enfrentamientos con la policía que polarizan aún más a la opinión pública.

Según un recuento concienzudo del periódico estadounidense Washington Post, más de 1.200 personas han sido detenidas en protestas universitarias en Estados Unidos durante las dos últimas semanas. En ese país han estallado al menos 400 manifestaciones propalestinas desde el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre pasado. Y poco a poco se han ido extendiendo por Europa, aunque a escala mucho menor.

El pasado 7 de mayo, día en que Israel tomó el cruce fronterizo de Rafah y ha estado atacando esa ciudad y sus áreas circundantes, decenas de manifestaciones y protestas en universidades europeas se han sucedido. Rafah es el último refugio para más de 1,4 millones de palestinos desplazados por los bombardeos constantes e indiscriminados en la zona norte de Gaza, la tensión ha ido aumentando y el asunto no deja indiferente a nadie.

En Amsterdam, la policía se enfrentó a miles de estudiantes que marchaban por las calles de la ciudad después de haber desmantelado un campamento en una de sus principales universidades, lo que provocó choques y disturbios. En Atenas, más de 300 personas con banderas palestinas y pancartas en las que se leía “¡Manos fuera de Rafah!” se concentraron ante el edificio del Parlamento. En Berlín, estallaron enfrentamientos entre manifestantes propalestinos y la policía durante el desalojo de al menos 150 personas instaladas en carpas en otro centro universitario. En París, decenas de estudiantes se manifestaron frente a la universidad Sciences Po, y en España se levantaron campamentos en universidades de Madrid, Bilbao y Barcelona, mientras que en la de Valencia, junto al Mediterráneo, llevan ya casi dos semanas.

El asunto en Suiza también trae cola. Las protestas que comenzaron en la universidad de Lausana se han extendido a Zúrich y Ginebra. En Reino Unido se armaron campamentos de manifestantes que defienden la causa palestina en las universidades de Oxford y Cambridge, y se han registrado protestas en ciudades, como Bristol, Leeds y Manchester. Y en Dublín, Irlanda, el Trinity College no solo ha sido epicentro de más protestas, sino que las autoridades de ese centro académico dijeron que comenzarían a desvincularse de entidades que tuvieran vínculos con intereses israelíes.

Los manifestantes alegan que las críticas a Israel no deben confundirse con prejuicios contra los judíos, pero la verdad es que la violencia en los campus se multiplica de manera exponencial. El presidente de Estados Unidos Joe Biden ha tenido que salir en dos oportunidades en los últimos días a reclamar que el orden debe prevalecer, y a recordar que en ese país no hay espacio para el antisemitismo.

Pero las consecuencias del ataque perpetrado por Hamás están adquiriendo una dimensión colosal debido al daño casi irreparable que le han asestado a valores de nuestra civilización como el equilibrio y la equidad. El grupo terrorista sabía perfectamente que matar y secuestrar israelíes como lo hicieron el sábado 7 de octubre iba a despertar una respuesta agresiva y contundente por parte del gobierno de Benjamín Netanyahu.

La feroz respuesta de Israel hacia esa organización considerada terrorista y vinculada al gobierno iraní, que no busca la coexistencia de dos estados sino borrar del mapa a toda una nación, ha sacudido al mundo entero por los efectos que ha tenido en la población civil. Pero también es estremecedor escuchar cómo se corea en algunos campus y protestas esa frase que solo significa el exterminio del pueblo israelí: “Desde el río hasta el mar, Palestina”.

Definitivamente, el trauma de lo que significó el 7 de octubre no ha sido comprendido por miles de personas en Occidente. Desde la II Guerra Mundial nunca habían muerto tantas personas judías en un solo día, precisamente en el territorio que fue creado para garantizarle al pueblo perseguido de Israel un hogar seguro. Esta guerra desatada por Hamás, que no solo atacó a israelíes sino que mantiene sometido al pueblo palestino, ha sido excesiva y cruel con los civiles palestinos, pero también ha perjudicado la forma como son vistos los judíos en el mundo.

¿En qué medida las redes sociales han servido para lograr esta movilización en las universidades? ¿Por qué no se dio esa movilización cuando Estados Unidos atacó Afganistán en un capítulo similar de reacción armada a un ataque? ¿Quién está orquestando el mensaje en las redes sociales? ¿Algunos de los videos de los ataques son montajes como dice Israel o son ciertos como dice Hamás?

El panorama no da mucho pie a la esperanza porque la cuerda parece haberse tensado al límite. Israel no parece dispuesto a detener esta guerra y muchos de los que hoy se manifiestan en contra parecen también olvidar los antivalores que representa Hamás, que es tan responsable de lo que está ocurriendo como Israel. Que la gente se manifieste es una cosa, pero que resurja el fantasma del antisemitismo es otra muy diferente y para nada deseable. .

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