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La inestabilidad no le sirve ni al sector específico, ni al gobierno, ni al país. En gestión de equipos es elemental que se necesita tiempo para cogerle el tiro al cargo.
Las cifras hablan por sí solas: aún no hemos llegado a los primeros dos años de la presidencia y ya han pasado 38 ministros por 18 ministerios (con el de Igualdad serían 39 y 19).
Hay seis carteras que han tenido tres ministros (Interior, Agricultura, Educación, Transporte, Cultura y Deporte) ¿Qué puede hacer el jefe de la entidad en un año o menos? ¿Acaso alcanza a armar y consolidar un equipo?
Y en solo tres frentes hoy se mantiene el ministro o la ministra que arrancó con el gobierno de Gustavo Petro: Iván Velásques en Defensa, Susana Muhamad en Medio Ambiente y Gloria Inés Ramírez en Trabajo.
No cabe duda de que esa inestabilidad no le sirve ni al sector específico, ni al gobierno, ni al país. En materia de gestión de equipos es elemental que se necesite un tiempo para cogerle el tiro al cargo, lo que llaman curva de aprendizaje, que indica el tiempo que se requiere para aprender sobre una tarea.
En el caso del Gobierno de Petro, con tantos cambios, estamos en un permanente volver a comenzar esa curva de aprendizaje. Si siempre se ha dicho que cuatro años son pocos (pero suficientes) para un gobierno, pues si el trabajo del equipo se fragmenta de a un año por ministro, por más de que puedan ser capaces, no existe poder humano que pueda consolidar ese equipo para que funcione armónicamente en favor del país.
Luego de dar rodeos, el presidente Gustavo Petro finalmente anunció los cambios del “remezón” ministerial que había anticipado durante su visita a Suecia, hace unas semanas. Los cambios han sido a cuentagotas, tal vez para mantener ocupados a los medios durante estas dos semanas. Finalmente cambió a seis ministros de los siete que se esperaban. El ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho, que estaba en capilla, se salvó al menos por ahora del sacudón.
Las figuras que han salido del gabinete y los nombres que han llegado en este último “remezón”, aunque no todos cortados con la misma tijera, confirman la tendencia del presidente a alejarse cada vez más de lo que alguna vez intentó ser un gobierno de coalición.
Lejos estamos de los tiempos en que Petro decidió dar protagonismo a figuras de centro y tecnócratas: con estos nuevos cambios el mandatario consolida la conformación de un gabinete cada vez más en su línea ideológica, cada vez más de su confianza y con personas más radicales.
Entre los cambios que tuvieron menos eco en la opinión, tenemos a los ministerios de Agricultura, Vivienda y Transporte, a los que llegan mujeres que vienen de ser viceministras en la misma cartera o de otros cargos del gobierno, además de contar con la experiencia de haber trabajado previamente con Petro.
En Transporte, sale William Camargo, que también había trabajado con Petro en la Alcaldía de Bogotá, experto en el sector, al que le tocó bailar con la más fea con el tira y afloje por las vigencias futuras para las vías 4G que el Presidente no quería respetar, además de tener que hacer salidas en falso sobre el Metro de Bogotá. Llega María Constanza García, su viceministra de Infraestructura y exsecretaria de Movilidad de Bogotá, también experta en el sector.
En Agricultura, sale Jhenifer Mojica, tras un corto y controversial paso relacionado con la Reforma Agraria, y llega Martha Carvajalino, quien había sido viceministra de Desarrollo Rural y renunció por diferencias sobre la compra de tierras con la ministra Mojica.
En Vivienda, sale Catalina Velasco, otra técnica, una de las pocas ministras que mantenía buena interlocución tanto con los partidos políticos tradicionales como con el sector privado, aunque su gestión se vio opacada por la caída dramática de los números del sector. Llega Helga Rivas, exsecretaria de Hábitat de Bogotá durante la administración de Petro. Habrá que estar atentos a cómo gestionará la relación con el gremio constructor, clave para la reactivación económica del país.
En Justicia, llega Ángela María Buitrago, quien integró la terna para fiscal general que nominó Petro, sin embargo como no resultó elegida este puede ser su premio de consolación. Reemplaza a Néstor Osuna, quien en varias ocasiones se opuso a la idea de una Constituyente en los términos mencionados por el presidente en sus discursos. Buitrago, una exfiscal reconocida por su rectitud y competencia, enfrentará el reto de manejar la conflictiva relación de Petro con la Rama Judicial. Buitrago ya advirtió que cualquier reforma debe hacerse dentro de la Constitución y no vía Constituyente.
En Interior, a diferencia de Luis Fernando Velasco, que siempre se opuso a la idea de una Constituyente, llega Juan Fernando Cristo, exministro del Interior de Santos. A pesar de que Cristo ha tratado de manejar su discurso para no irse contra la Constituyente de Petro, al final, con lo que dice, parece que quisiera tomar otro camino. Su misión, dijo, es lograr “un Acuerdo Nacional de verdad que permita explorar hacia el futuro la posibilidad de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente bajo los parámetros de la Constitución del 91”.
Y llega Daniel Rojas a Educación en reemplazo de Aurora Vergara, a quien aparentemente no se le perdonó haber llegado a un acuerdo con otros sectores políticos para el proyecto de reforma a la educación que molestó a Fecode. Rojas, exdirector de la SAE con poca trayectoria más allá de ser uno de los activistas más radicales en la defensa del presidente Petro, llegará seguramente con el mandato de movilizar a las universidades hacia el proyecto de una Constituyente. En menos de dos años, pasamos de tener un ministro de Educación como Alejandro Gaviria a uno como Daniel Rojas, lo que resume bien los cambios en el gabinete del presidente.
Con los nombramientos de Cristo y Rojas, queda claro que en los futuros consejos de ministros habrá un mandato específico: llevar a cabo la “Constituyente” que Petro ha promovido desde principios de año, por difuso que continúe siendo el concepto.