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El lío de la gasolina

Las protestas no han sido tan masivas ni tan perturbadoras como solían ser en otros gobiernos. Y por eso llama la atención que el Gobierno se apresure a tomar una decisión que implica dar un subsidio a los taxistas en meses preelectorales.

03 de septiembre de 2023
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Mataron el tigre y se asustaron con el cuero? Esa es una primera interpretación de lo que podría estar pasando con la decisión del gobierno de Gustavo Petro de aumentar los precios de la gasolina para cerrar la brecha de precios que se ha ido abriendo en los últimos gobiernos.

Los paros y las movilizaciones de taxistas, motociclistas y transportadores de carga estarían presionando a que se tomen medidas apresuradas que pueden ser muy complicadas de poner en marcha, como la compensación económica para los carros amarillos.

En menos de dos días el gobierno lanzó varias ideas al respecto. Primero, anunció poner un precio de gasolina diferente para los taxistas, lo que despertó dudas por las dificultades para aplicarla en las más de 200.000 estaciones del país. En ese caso había un gran riesgo porque algún inescrupuloso podría tanquear varias veces y venderla a un precio mayor a un particular. Además, resultaba inequitativa y desigual ya que les cobra más a unos que a otros por un mismo producto.

También se habló de revisar los costos del sector y autorizar un incremento en las tarifas que cobran los taxistas por cada servicio, pero se descartó. Tal vez por temor a la inflación.

Ahora, se anuncia una compensación monetaria, un subsidio, cuyo monto se está estudiando y dependerá del consumo diario de gasolina de los taxis. Dicha compensación, que podría estar alrededor de los 100.000 pesos mensuales, se les pagará a los conductores de vehículos que tengan sus documentos en regla, que tengan el Soat y la revisión tecno-mecánica, y que estén registrados en el Runt. En un sector tan informal podría resultar más caro el caldo que los huevos porque les saldría mucho más costoso a los taxistas cumplir con estos requisitos que recibir la compensación.

Hay que decir también que las protestas no han sido tan masivas ni tan perturbadoras como solían ser en otros gobiernos. Y por eso llama la atención que el Gobierno se apresure a tomar una decisión que implica dar un subsidio a los taxistas en meses preelectorales como son septiembre y octubre.

Esa es otra interpretación. Que en realidad lo que estaría buscando el Gobierno es ver cómo en estos dos meses que quedan se muestra como benefactor de causas (taxistas, jóvenes en paz, por ejemplo) para ayudar a sus candidatos en las elecciones locales.

No pocos salieron a cuestionar la medida. El exministro de Hacienda, Rudolf Hommes, se pregunta si hoy se atienden los reclamos de los taxistas, mañana será para los buses y terminaremos con un precio diferente para cada sector. “Los gobiernos deben tener pantalones”, afirma. Por su parte el analista Aurelio Suárez dice que, en lugar de seguir subiendo los precios del combustible, que terminarán por impactar la inflación, hay que revisar la fórmula de cálculo para que no siga atada a los precios internacionales del petróleo y no seguir pagando como si fuéramos un importador de hidrocarburos.

Hay que reconocer que esta administración tomó una decisión impopular que ha sido respaldada por los analistas económicos, relacionada con el alza en el precio de la gasolina motor. Cuando Gustavo Petro asumió el poder, en agosto de 2022, el precio del galón oscilaba entre 9.180 y 9.500 pesos, dependiendo de la ciudad donde se distribuye. Sin embargo, un año después dio un gran brinco y ahora, con el aumento de septiembre, superará los 14.000 pesos.

Es decir, en un año han aumentado más del 50% los precios de la gasolina, un alza de una magnitud que no se había visto y que ningún otro gobierno se había atrevido a hacer, menos de manera tan acelerada, por temor a las repercusiones en la inflación y al malestar social. Pero contra todos los pronósticos, la izquierda sí dio ese paso. Busca cerrar el gran hueco que quedó en el Fondo de Estabilización de Precios de Combustibles (Fepc), superior a los 30 billones de pesos el año pasado, por los subsidios.

Un alza de semejante proporciones había pasado sin mayores aspavientos, hasta ahora, en parte porque la medida la tomó un gobierno de izquierda. Si lo hubiera hecho otra administración Colombia estaría hace rato incendiada..

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